José Manuel Aroste, alumno de la carrera de Derecho de la FDCP, realizó el siguiente artículo, el cual forma parte de la participación del alumno en el Congreso Histórico Constitucional «Sánchez Carrión: La crisis fundacional de la República».
Por: José Manuel Aroste Hurtado

Faustino Sánchez Carrión, una figura central en los albores de la República Peruana, fue un ferviente pregonero del republicanismo y un destacado intelectual de la independencia. Nacido en Huamachuco, se educó en el Real Convictorio de San Carlos, bajo la rectoría de Toribio Rodríguez de Mendoza, donde asimiló ideas de la Ilustración y de pensadores como Sieyes, Rousseau y Montesquieu, particularmente en lo referente a la soberanía popular y la división de poderes. Su compromiso con las ideas liberales lo llevó a ser un abanderado del establecimiento del régimen republicano en Perú, en contraposición a quienes propugnaban una monarquía constitucional. Sus principios no solo definieron un modelo político, sino que buscaron una transformación integral del individuo y de la sociedad, sentando las bases éticas y morales para la naciente nación.
La formulación y defensa de los principios republicanos de Sánchez Carrión fueron cruciales en un Perú post-independencia marcado por la incertidumbre y profundos debates sobre su futuro político. Tras la proclamación de la independencia, el país se encontró en una encrucijada entre establecer una monarquía o una república. La tradición colonial y las élites de origen español se inclinaban por la monarquía, que consideraban una forma de gobierno conocida y estable, llegando incluso a temer la idea republicana debido a la asociación con «excesos» como la lucha racial en Haití. Bernardo Monteagudo, por ejemplo, argumentaba que el pueblo peruano estaba habituado a la obediencia de los reyes y a las distinciones de rango, incompatibles con una «rigurosa democracia».
Frente a esta arraigada tradición monárquica, los principios de Sánchez Carrión ofrecieron una visión alternativa y revolucionaria, justificada por la necesidad de construir una nación verdaderamente libre y justa. Su labor periodística bajo el seudónimo de «El Solitario de Sayán» sirvió para publicar manifiestos en favor de la República, despertando una viva polémica sobre las virtudes de este régimen. Él criticó la idea de una monarquía constitucional, previendo que ninguna Carta Magna limitaría el despotismo de un monarca. La urgencia de garantizar los derechos conquistados con la independencia y evitar el despotismo inherente a la monarquía fue una justificación fundamental para sus postulados.
Sus principios trascendieron la mera estructura política, ya que buscaban una «descolonización de las costumbres y de la mente», reconociendo que la independencia política era insuficiente sin una transformación mental y cultural que rompiera con el vasallaje y la adulación en línea de la Propuesta de la ética y la moral como pilares de la política, donde el servicio público primara sobre el beneficio personal y en por su formación académica y principios que Abogaban por una «felicidad pública como objetivo de la república», concebida como una «patria de vivientes» que busca el bienestar y la plenitud de todos sus ciudadanos, no solo la libertad o legalidad. Esto era vital en un contexto donde las repúblicas de la época a menudo ofrecían «desengaños, lágrimas y víctimas».
Los principios de Sánchez Carrión se enlazan directamente con la creación y los desafíos de la Primera República Peruana, tal como:
1. La libertad como principio trascendental
- No solo como libertad política o legal, sino como una libertad interior y existencial: la libertad de ser uno mismo, de vivir sin máscaras, sin vasallaje, sin sumisión.
- “Seríamos excelentes vasallos, pero nunca ciudadanos” resume su crítica al sometimiento interior que impide una verdadera república.
2. La dignidad como base de la ciudadanía
- La dignidad republicana es central. Sin ella, no puede haber una república duradera. La dignidad implica no adular, no pretender ser lo que no se es, no vivir de las apariencias.
- Lucha contra la adulación, el vasallaje, y la cultura del pretendiente (quien halaga para obtener prebendas).
3. La descolonización de las costumbres y de la mente
- Reconoce que no basta con independizarse políticamente; hay que descolonizarse mental y culturalmente.
- Es el primero en poner la palabra “descolonización” sobre la mesa en el debate republicano.
4. La ética y la moral como pilares de la política
- La política debe estar fundada en la virtud y la moral, no en el cálculo ni en la conveniencia.
- “La política como servicio público” es su horizonte. El político debe servir al bien común, no al beneficio personal.
5. La austeridad y la simplicidad como forma de vida republicana
- Frente al lujo colonial, propone una vida sobria, austera y honesta, centrada en la integridad del ciudadano y no en la ostentación.
6. La educación y la inteligencia como motores de la república
- Resalta el papel de la Ilustración peruana, especialmente desde San Carlos, como cuna de ciudadanos críticos, éticos y comprometidos con el bien común.
7. El combate contra la empleomanía y la corrupción
- Denuncia la lógica del Estado como botín de guerra y la mentalidad del “empleado público feliz por su puesto”, sin compromiso con la comunidad.
- Propone fomentar el comercio y la industria para evitar que el Estado sea el único proveedor de trabajo y así romper el vasallaje político.
8. La ciudadanía activa como construcción colectiva
- Defiende una república construida por ciudadanos conscientes, ilustrados, dialogantes y participativos.
- Propone un lenguaje político accesible, directo y que “cree hábitos del corazón”.
9. La felicidad pública como objetivo de la república
- No se trata solo de libertad o legalidad, sino de que el Perú sea una “patria de vivientes”, una nación que busca el bienestar y la plenitud de todos sus ciudadanos.
10. El compromiso con la esperanza y la trascendencia
- Frente a la adversidad histórica y social, Sánchez Carrión responde con imaginación, esperanza y un profundo sentido espiritual y filosófico.
Es así que estos principios no solo fueron fundamentos teóricos y aspiracionales para la creación de la República Peruana, sino que también sirvieron como un marco crítico para comprender las contradicciones y desafíos que la joven nación enfrentaría en su búsqueda de consolidar una verdadera «patria de vivientes», alejada del despotismo y la arbitrariedad. En pleno siglo XXI, y en un debate constante frente a una afirmada por muchos autores «República inconclusa», y por otros más afirmativos como un «fracaso de República», estos principios republicanos, brindados por la figura que, en palabras de Porras Barrenechea, fue el peruano más importante en la misión de la independencia, cobran especial fortalecimiento y total justificación al poder implementarlos para solucionar este vacío ético y moral en el que nos sumergimos como nación.
FUENTES:
Biblioteca del Instituto Riva-Agüero. (2024). El Tribuno de la República Peruana (J. F. Sánchez Carrión, Red.). Imprenta de Manuel del Río. https://hdl.handle.net/20.500.12534/MX7QQ6
Chanamé Orbe, R. (2018). La República inconclusa. Lima, Perú: Ruta Pedagógica Editora.
Sobre el autor:
José Manuel Aroste Hurtado, es estudiante de décimo ciclo de Derecho de la FDCP de la Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS).


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