Entre la decisión y la acción

El Mg. Pedro P. Soto Canales, de la FCEH, explica la importancia de la ética en la formación de estudiantes y el futuro de la sociedad.

Por: Pedro P. Soto Canales.

 Los últimos sucesos ocurridos en torno a la distribución, manejo y aplicación de las denominadas vacunas “vip” o el caso “vacuna-gate” entre algunos funcionarios públicos, profesionales de la salud e inclusive en personas ajenas a los ensayos clínicos, ha puesto nuevamente sobre el tapete, el tema de la ética en la toma de decisiones en nuestra sociedad. 

Preocupación que se agudiza más, si nos percatamos que indirectamente estamos presentando comportamientos negativos a las futuras generaciones que, de manera pasiva, observan lo que sucede en su entorno inmediato a través de los medios de comunicación.

 La ética -como palabra- ha desaparecido del vocabulario cotidiano, solo basta recordar que hace cuatro décadas atrás, formaba parte del nombre y del contenido de una asignatura del último año escolar en nivel secundaria; retomarla es necesario, para ayudar a las futuras generaciones a actuar bien y a interpretar los hechos cotidianos.

Tomando como referencia, los aportes del Dr. Miquel Bastons, diría que es necesario enfatizar, que toda acción humana debe contribuir al bienestar. Un bienestar que trascienda de lo personal (que podría quedar en un acto egoísta) a lo social.

En una sociedad como la nuestra, en donde el “humanismo” va perdiendo presencia y autoridad, inicialmente en el mundo universitario, luego en el campo laboral y finalmente en la interacción social diaria, es importante que las personas actúen “éticamente”, esto es: hacer un juicio crítico y personal sobre lo positivo y/o negativo de las decisiones y de las acciones que estas conllevan, es humanizar la profesión, el trabajo a partir de los actos.

Por naturaleza -señala Bastons- frente a los problemas, el hombre siempre busca las decisiones más correctas y acertadas, para ello, la ética le ayuda: a comprender la acción a realizar, esperar el resultado a obtener -y especialmente- la satisfacción de lo alcanzado.

He aquí nuestra debilidad como miembros de nuestra sociedad, que la satisfacción de nuestros actos se centra solamente en el “yo” y no en la satisfacción también del “otro”.

todos hemos tomado y seguiremos tomando decisiones, y estos irán acompañados de actos, que afectarán a los demás. No somos perfectos (cometemos errores), no somos los únicos (vivimos en sociedad), somos limitados (queremos conocer más), no podemos valorar todo lo que tenemos o no tenemos, pero es necesario escoger siempre la alternativa o acción que consideremos que sea la más apropiada o la de mayor valor (ético) para todos por igual.

Finalmente -y de esta manera- podremos aportar al desarrollo de nuestra sociedad, en donde debe de prevalecer el servicio que podemos realizar desde nuestras acciones, servicio que debemos de iniciarlo con nuestros hijos, nuestros alumnos, nuestras generaciones futuras.

 

 

Mg. Pedro P. Soto Canales, es Coordinador del Programa en Turismo y Patrimonio Cultural de la FCEH.

 

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