Entrevista a Patrício Carneiro, profesor universitario visitante, quien aborda la interculturalidad, las prácticas culturales y la supervivencia de las religiones afrobrasileñas en el imaginario y la cotidianeidad de su país. El profesor Carneiro será uno de los ponentes extranjeros del próximo Primer Congreso Internacional «Educación sin barreras: Comprometidos con la equidad, la inclusión y la interculturalidad», organizado por la FCEH, los próximos 24 y 25 de octubre.
Por Kristhian Ayala Calderón
Patrício Carneiro Araújo es profesor brasileño de Antropología en la Universidad de la Integración Internacional de la Lusofonía Afro-Brasileña (UNILAB), profesor del Programa de Postgrado en Historia, Culturas y Especialidades (PPGHCE) de la Universidad Estatal del Ceará (UECE). Autor de artículos y libros sobre la presencia afrobrasileña y la interculturalidad en su país, su visita a la UCSS coincide con el compromiso intercultural de nuestra Universidad y, a través de esta entrevista, nos permite conocer cuál es la importancia de la identidad y el abordaje del racismo frente a la enorme cantidad de etnias y pueblos originarios en Brasil, con quien compartimos la Amazonía.
En tiempos de postmodernidad y dependencia tecnológica ¿Qué importancia cobra la historia?
En tiempos de modernidad o hipermodernidad, hay un elemento que, a pesar de todas las tendencias de la globalización, hay un elemento que existe y persiste: la identidad. La historia cobra esta dimensión de identidad, que a su vez involucra la lengua, la religión y la relación con el territorio, cuando vemos cómo países, como el Perú, se identifica con su gastronomía, por ejemplo. Todo este campo semántico que llamamos identidad puede contar la historia de un pueblo. Y entonces, la historia te interroga, te cuestiona quién eres, de dónde eres, de dónde vienes y a qué grupo perteneces. A lo largo de la historia, entre encuentros y desencuentros propios de la colonización, construimos identidad y construimos historia. Ambas están entrelazadas inevitablemente. Tener identidad es fundamental.
¿Existe un nuevo tipo de racismo en el discurso educativo y político y en el ámbito de las redes sociales?
No hay un tipo, sino tipos, porque el racismo tiene varias caras y, como los virus, muta y se desplaza en la historia; siempre con el mismo nivel de violencia. Cuando hablamos de racismos hablamos de la afección y vulnerabilidad de los pueblos originarios de toda América Latina, así como los pueblos de origen africano y asiático, quienes han sufrido todos estos tipos y niveles hasta la actualidad, inclusive en sus descendientes. En Brasil se intenta combatir estos racismos, incluso legalmente, pero es insuficiente. El racismo es un problema estructural, está en nuestras instituciones y ámbitos de la vida social y esto hace que se refleje en el nivel interpersonal. Es un desafío a nivel social y político.
En el aspecto lingüístico ¿Qué se hace mal en las escuelas respecto al patrimonio del habla particular de cada región o país?
En Brasil tenemos un aspecto muy marcado por la colonización. Al ser un país de dimensiones continentales, existen centenares de lenguas originarias y una lengua impuesta por el colonizador, en este caso el portugués. Sin embargo, el portugués brasileño es hablado de diferentes formas. En la región de la Amazonia, por ejemplo, no se habla igual que en el sureste del país, aun cuando tengamos la misma gramática. Lo primero que me viene a la mente, entonces, es el racismo y las diferentes formas de discriminación que están ligadas a la lengua. De esta manera, en Brasil, el portugués padrón fue el que se impuso en Rio de Janeiro con la presencia de la corte imperial portuguesa, que se instaló en su colonia, escapando de la invasión de Napoleón Bonaparte en Europa. Un primer momento, en consecuencia, es esta estandarización del portugués “correcto” que se hablaba en el sureste brasileño respecto a todo el país. Un segundo momento, es la influencia de otras lenguas que ha sufrido el portugués brasileño debido a las olas migratorias a lo largo de la historia. En tal sentido, es de destacar el importante aporte africano que tuvo el portugués en estas tierras, como samba, sunga, cachimbo, cochilar, entre otras que son reconocidamente de origen africano, lo cual nos vuelve a llevar al racismo y discriminación que ha habido a partir de estos usos.
¿Qué importancia cobran las lenguas europeas habladas en América Latina, respecto a las tradicionales, considerando las dimensiones territoriales enormes y el poder multimediático de estos tiempos?
Estuve en Portugual y tuve la experiencia de hablar el portugués brasileño allá y sentí una suerte de discriminación por el uso de mi portugués, como si lo que se hablase en Brasil no fuera portugués. Los centenares de pueblos indígenas, y sus lenguas originarias, ante la llegada de los portugueses, no eligieron hablar portugués. No tuvieron otra elección ante la conquista. Los indigenas de hoy continuan hablando portugués por esta imposición y la necesidad de hablarlo. Sin embargo, sabemos la importancia que cobra la lengua en la identidad de los pueblos. Imponer una lengua es imponer una cultura que no es propia. En las últimas décadas en Brasil los movimientos sociales y de lucha por la afirmación de la identidad elevaron la voz de la población afrobrasileña e indígena. Junto con esta gesta viene también la reivindicación de la lengua, reconocida como un derecho a la vigencia de su patrimonio lingüístico, así como promover el rescate en los pueblos que ya la perdieron. En tal sentido, existe una política de estado que permite que los niños reciban educación en sus lenguas originarias hasta el sexto grado de primaria, son conocidas como escuelas indígenas. Luego de ellos, las familias pueden decidir si continúan estudiando en sus lenguas o en portugués. Claramente, ante esto también existe una carencia de profesores que enseñen en dichas lenguas madre, así como la logística que lo garantice.
Brasil es uno de los pocos países donde las religiones africanas han logrado prevalecer pese a las imposiciones y persecuciones ¿Cuál ha sido la razón de esto?
Esto exige un análisis profundo. Lo que mencionas no solo ocurre en Brasil, sino en Haití, el sur de los Estados Unidos y otros países del Caribe, donde existe presencia de religiones de origen africano. Como antropólogo, puedo decir que en Brasil es difícil comprender la cultura brasileña si no se conoce lo mínimo de las culturas afroreligiosas. Hay algunos autores que atribuyen esta supervivencia de las religiones afrobasileñas a un tipo de catolicismo más tolerante de lo que normalmente fue en Europa. Hubo entonces un mestizaje biológico marcado por mucha violencia, luego llega este proceso de convivencia entre un catolicismo popular y prácticas religiosas africanas en el que va a ser posible tener cultos a las divinidades africanas disfrazdas de cultos a santos católicos. De tal manera que cada santo africano tiene su par católico.
¿Qué caracteriza a las religiones afrobrasileñas y qué influencias han tenido en el día a día de los ciudadanos que, aun sin ser practicantes, las manifiestan?
Las culturas diaspóricas africanas están completamente involucradas en la cultura nacional. Es imposible entender el Brasil sin esta relación con las manifestaciones religiosas y culturales africanas, ya que están presentes ineludiblemente en la cultura brasileña contemeporánea. Está presente en la gastronomía, en algunos platos como la feijoada, en la música, en las formas de bailar, en las prácticas religiosas, como el candomblé, la umbanda (nacida en Brasil), cuyo culto es a los ancestros africanos e indígenas. En las fiestas de fin de año se acostumbra, por ejemplo, vestirse de blanco y dar ofrendas en el mar, saltar siete olas en honor a Iemanjá, una orixá africana conocida como la diosa del mar.
¿Es la macumba sinónimo de brujería o un estilo de vida?
Cualquier religión está asociada un tipo de magia y misticismo. El catolicismo tiene también una manifestación así, como la promesa que se le hace a los santos. El judaísmo también lo tiene en relación al azar. En tal sentido, considerar a las religiones o prácticas africanas solo como magia es, a mi parecer, discriminatorio, racista y la expresión de un occidentalismo etnocentrista. Esta jerarquización de valores religiosos es una constante en el discurso occidental que ha dominado casi todo el mundo. Por otro lado, en Brasil existen más de una decena de expresiones afroreligiosas; candomblé y umbanda son solo dos de ellas. Entonces, el significado de macumba, también de origen africano, va a depender del contexto en el que se use. Puede ser una palabra extramadamente irrespetuosa, discriminatoria y peyorativa al señalar a alguien de macumbero o que practica “magia negra” que, a su vez, también cae en racismo y discriminación. En otro contexto, llamar a alguien de macumbero puede ser un elogio entre practicantes afroreligiosos. Macumba, entonces, puede tener diversos significados.
¿Qué manifestaciones culturales han logrado expresar mediante religiones afrobrasileñas como el candomblé?
El candomblé marca la cotidianeidad y la cultura del pueblo brasileño. Está en el cine, en la literatura, en la música, en el carnaval, en la comida, en las novelas, en las creencias de los propios brasileños. Es una religión de culto a las fuerzas divinizadas de la naturaleza. Cada nombre de origen yorubá que tienen en el culto, no son otra cosa que la representación del respeto a la naturaleza y su origen divino. Ahora bien, el racismo que hay contra él es estructural. Este cataloga lo que es bueno, malo, feo, bonito. Generalmente lo que está relacionado a belleza, bondad, etc. es blanco; mientras que lo que está fuera de eso, no es blanco, es negativo. Es un dualismo maniqueísta.
¿Cómo se relacionan estas tres presencias históricas en la cultura brasileña?
Creo y repito lo que los mejores estudiosos de la cultura brasileña dicen: Una de las marcas de la identidad brasileña respecto a los demás países latinoamericanos. El famoso libro de Jorge Amado, Doña Flor y sus dos maridos, representa muy bien lo que es el Brasil. Doña Flor, en cierto momento de su vida, tiene que elegir entre uno y otro. Y ella, como buena mujer brasileña que es, no elige ni uno ni otro. Ella crea una tercera alternativa, que es quedarse con ambos. Entonces, hablando de religión, en Brasil se encuentra de todo lo que puede haber en el mundo. Hay prácticas que son afroindígenas, inclusive. Siempre hay una tercera opción. Por eso, la cultura brasileña y su diversidad religiosa está representada en Doña Flor y sus dos maridos. El noreste brasileño es la región donde más podemos apreciar este sincretismo. Esta región ha sido la primera en recibir la llegada de los europeos. Luego sería el sudeste, con Rio de Janeiro y São Paulo, donde aquirirían mayor importancia y expansión al resto del territorio brasileño.
¿Hacia dónde vamos como gran nación latinoamericana en materia de interculturalidad?
Hay muchas cosas en común entre Brasil y los demás países de América Latina. Necesitamos quebrar las barreras lingüísticas y aproximarnos más. Superar fronteras. Los brasileños debemos ser más humildes y aprender a dominar el español y los hispanohablantes no deben dejar de hablar entre sí, pero también experimentar y adentrarse en el portugués brasileños. Esto pasa ya en las mesas diplomáticas, pero debe extenderse más al campo académico y cultural. En América Latina, todos nos debemos reconocer como pueblos indígenas y originarios. Esa es nuestra identidad primordial, a la que luego se sumaron la europea, la africana y la migratoria. Esto es todo lo que tenemos que ofrecerle al mundo: nuestras identidades, nuestra convivencia con la naturaleza sin destruirla, sin degradarla. Entender nuestra casa común como sagrada, como una madre que nos amamanta y no tenemos que ser considerados salvajes por esta manera de ver el mundo. Esa es la mayor lección para el mundo hipermoderno. Somos un pueblo ancestral, indígena y originario. Si sabemos que nuestra identidad está preservada sabremos a dónde vamos y somos felices, tal como lo es Doña Flor y sus dos maridos.
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