365 días dando la cara

Docentes y profesionales de la FCS se encuentran trabajando con pacientes COVID-19 desde hace un año. Conoce de cerca sus testimonios.

Redacción CampUCSS

“Cada momento que recuerdo un rostro que ha buscado mi ayuda, entiendo que estoy en el lugar correcto” 

Dr. Luis Neyra. 

Mi nombre es Luis Neyra de la Rosa y soy médico cirujano de profesión. Trabajo en la primera línea desde el día uno de la cuarentena, en la DIRIS Lima Sur, en el Centro de Emergencia San Pedro de Chorrillos. Han transcurrido ya más de 360 días de declarada la emergencia sanitaria y quiero agradecer a Dios por darme salud y a toda mi familia.

Desde el primer día, más que cumplir mi juramento hipocrático, seguí el ejemplo de quienes hicieron de la entrega y el servicio una forma de vida, en especial en memoria del profesor Andrés Aziani, que dedicó toda su vida al servicio de los demás.

La pandemia nos sigue dejando muchas lecciones de vida. Todos los días hay nuevos casos, todos dramáticos, pero marcados por el reflejo de la sociedad, el egoísmo y el desprecio por los otros. Un ejemplo es el incumplimiento del aislamiento. Un joven de 24 años que vivía con su abuela y hermana salió a compartir con amigos a una fiesta al inicio de la pandemia y a días de haber salido, su abuela presentó síntomas, lo que la llevaría a la muerte.

Otra situación muy difícil es perder colegas, amigos que han luchado en toda la pandemia. Hace unas semanas perdí a un colega y amigo de la facultad de medicina, que trabajando se contagió, y debido a  todas las deficiencias sanitarias perdió la vida, dejando un gran dolor en las personas que lo conocieron.

Por otro lado, me alegra que ya casi todo el personal de salud está vacunado, podemos trabajar con más calma, menos estrés, el trabajo ya nos comenzaba a afectar física y psicológicamente. He sido uno de los primeros en recibir la vacuna, no dudé ni un segundo en ponérmela.

Creo que este es el único camino que evitará todo el espiral de problemas que solo ha desnudado lo frágil que es nuestra vida, lo poco que realmente se respeta a los demás y cómo se agotan los recursos. Hay algo que debo resaltar en los profesionales de la salud que trabajan en primera línea, y es que casi todos han sacrificado algo:

Tiempo, por dedicarse más a trabajar, a veces cubriendo a un compañero enfermo o por hacer más horas y no dejar de atender a los pacientes. Algunos dejaron de ver a sus familias por temor a estar infectados y contagiarlos, quizá un sacrificio que muestra el verdadero amor que tiene una persona por otra, que se aleja para evitar dañarla. Continuar trabajando a pesar de las precarias condiciones, sin equipos de protección personal al inicio, sin ambientes de atención adecuados, sin retribución adecuada, en condiciones contractuales frágiles que no reconocen el esfuerzo y el riesgo como trabajador de la salud.

Estar en primera línea pese a todas las dificultades es para mí una oportunidad de cumplir con la misión que tuve en este mundo. Si para un soldado es un honor ir a combatir y pelear una guerra, para un médico es casi lo mismo enfrentarse a una pandemia que ha traído más muertos que muchas guerras, aún más quizá, ha sido el modo de validar realmente la vocación que he tenido de ayudar a los demás, cada momento que recuerdo un rostro que ha buscado mi ayuda, veo que estoy en el lugar correcto, buscando servir a los demás.

 

Este año, la atención inmediata del recién nacido fue un desafío muy grande”


Mg. Ruth Haydeé Mucha Montoya.

Desde el inicio de la pandemia, un justificado temor se apoderó de nosotros. Un nuevo estilo de vida con distanciamiento social y uso de mascarillas. Mi ritmo de vida cambió, mis turnos de 12 horas de día o noche pasaron a 24 horas y fueron de mucha adrenalina.

En el servicio de neonatología, los procedimientos son muy delicados, con medidas rigurosas de bioseguridad. Durante la pandemia se acentuó: mascarillas, gorros, protector facial, mamelucos, lentes de protección, guantes, botas y mandilón. 

Debido al miedo de contraer la Covid-19 y la falta de equipo de protección personal, no todas las colegas realizaron contacto piel con piel y apego con el recién nacido. Muchos de ellos enfermaron o tuvieron algún familiar enfermo o fallecido por la Covid-19. Este año la atención inmediata del recién nacido fue un desafío muy grande.

Realicé cuidados de enfermería pero con mucha cautela, aún sabiendo el riesgo al estar expuesto con pacientes Covid, continuamos con el inicio temprano de la lactancia materna en la primera hora de vida en la sala de parto. 

Nunca olvidaré que mientras seguíamos trabajando en pandemia, tuve la triste noticia del fallecimiento de dos valerosas enfermeras y en honor a ellas va mi trabajo con la misma dedicación como si fuera el último día.

Además en esta situación aumentó mi compromiso con la profesión, valoro más a mi familia, la vida y mi trabajo, pero sobre todo mi compromiso de seguir apoyando al recién nacido y a la lactancia materna exclusiva.

 

“Comprendí que a pesar de las circunstancias debemos luchar por cumplir lo que se nos ha encomendado”

Shirley Pamela Martos Machuca.

Han sucedido muchos acontecimientos para el ser humano a través del tiempo y aunque no se creía posible por lo lejos que estaba la enfermedad, cuando llegó, cambió todo de manera repentina.

Me desempeño como enfermera asistencial especialista en el cuidado materno infantil con mención en neonatología, en el área de Neonatología del Hospital II-1 Moyobamba; el cual certifico como hospital amigo de la madre, la niña y el niño, ya que en el servicio fomentamos el contacto piel a piel y la lactancia materna exclusiva con el recién nacido.

En mi formación profesional adquirí los conocimientos para brindar el cuidado al ser humano en todas las etapas de la vida, considerando lo físico, emocional, social, mental y espiritual. Pero frente a una situación completamente nueva, surgieron muchas interrogantes, tuvimos que informarnos para poder seguir pese a muchos temores.

Al inicio me sentí limitada por los protocolos nuevos que se tenían que cumplir, luego cuando se dio a conocer que las gestantes que se contagiaron podían seguir dando de lactar y los recién nacidos podían tener el contacto piel a piel, me sentí aliviada de poder continuar brindando un cuidado de calidad. Comprendí que a pesar de las circunstancias debemos luchar por cumplir lo que se nos ha encomendado, siguiendo el ejemplo de la dama de la lámpara (Enfermería).

Ha sido una tarea nueva para mí por la situación, pero en esencia lo más importante es brindar el cuidado al usuario (orientación, importancia de la prevención), en mi caso, al recién nacido, sus padres y su entorno.

 

 

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