TRADICIÓN. La Semana Santa, una de las celebraciones religiosas más importantes del calendario cristiano, por ello, el capellán de la UCSS nos recuerda aquellas costumbres que se realizaban por Semana Santa en antaño.
Redacción CampUCSS

En las últimas décadas, la vivencia de la Semana Santa en el Perú ha experimentado transformaciones profundas. Aunque sigue siendo un tiempo litúrgico de especial significado para millones de fieles, muchas de las expresiones religiosas, culturales y familiares que caracterizaban estos días han comenzado a desvanecerse. Así lo reflexiona el Padre Miguel Carpio, Capellán de la UCSS, quien desde su experiencia pastoral comparte una mirada crítica y esperanzadora sobre este proceso.
“El proceso de secularización y las crisis sociales pospandemia han generado un fuerte individualismo que ha debilitado la participación comunitaria en las celebraciones litúrgicas”, explica. Sin embargo, resalta que “la dimensión religiosa sigue viva en el corazón de las personas”, como se evidencia en el creciente número de fieles durante las celebraciones de Semana Santa.
Entre las prácticas más recordadas, pero menos frecuentes, se encuentran las caminatas penitenciales al cerro San Cristóbal, una tradición que simbolizaba el camino del cristiano hacia Dios. “Caminar es imagen del peregrino”, señala el capellán, quien resalta el valor espiritual del sacrificio físico como expresión de fe auténtica y contracultural frente a una mentalidad hedonista que evita el dolor.
También se ha visto un debilitamiento en el espacio familiar y el recogimiento en torno a la mesa, donde antes era habitual compartir los tradicionales siete potajes. Para el padre Miguel, estas comidas no eran solo una costumbre gastronómica, sino una forma de manifestar nuestra vocación relacional. “Estamos hechos para la relación con los demás. Es una tradición que hay que recuperar”, sostiene.
Respecto al ayuno y la abstinencia, prácticas que tenían un profundo sentido espiritual, advierte que su significado se ha perdido en gran parte. “El deseo corporal de alimento debe ser signo del deseo de Aquel que realmente corresponde a nuestros anhelos: el Señor”, afirma. Una fe sin razonabilidad ni comprensión, agrega, pierde su capacidad de transmitirse a las nuevas generaciones.
En cuanto al impacto cultural, el Capellán lamenta la pérdida de espacios en los medios de comunicación, donde antes se transmitían películas y especiales sobre la vida de Jesús. “Esto representa un desafío para la Iglesia, que hoy debe anunciar a Cristo desde el testimonio personal y comunitario”, subraya.
No obstante, no todo está perdido. En la UCSS, desde la Capellanía, se continúan promoviendo experiencias vivas de fe, como el recorrido de las siete iglesias, que cada año reúne a una multitud de fieles, y la celebración de la Vigilia Pascual, que considera urgente rescatar. “Es la celebración más importante del año. Llena de signos, introduce esperanza en el mundo y en nuestras vidas”, afirma.
A los jóvenes universitarios que se sienten desconectados de estas tradiciones, el padre Miguel les extiende una invitación: “Vengan y lo verán”. Una invitación al encuentro, al asombro, y a redescubrir la belleza de vivir la fe en comunidad.
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