La fuerza transformadora de los jóvenes del Bicentenario

A puertas del Bicentenario, miles de jóvenes en todo el Perú alzan su voz de protesta ante la corrupción y la crisis política.

Foto: Jean-Pierre-Ybañez- (@pieruvian).

Por: Edgar Cruz Acuña

Con 97 votos a favor, 26 en contra y 0 abstenciones, el ingeniero Francisco Sagasti, de 76 años, fue elegido Presidente del Legislativo y sucede en el cargo de Presidente de la República del Perú a Manuel Merino “el breve”, quien presionado por la fuerza de las manifestaciones, que dejó lamentablemente el saldo de dos jóvenes asesinados (Inti Sotelo y Jack Bryan Pintado), heridos graves y desaparecidos, renunció al cargo de manera irrevocable.

Es de conocimiento público la trayectoria académica y profesional de primer nivel de Sagasti; también en el aspecto de solvencia política no se conoce nada que fuese reprochable, salvo el exabrupto de una innombrable congresista y algunas conjeturas de sus detractores que, en su intento de descalificar, le vinculan con el expresidente Martín Vizcarra o con ideologías radicales de izquierda. Meras suposiciones de gente que sigue vociferando y haciendo mucho daño al Perú.

La generación del Bicentenario

Pero nuestra gente, nuestros valientes jóvenes no han salido a las calles, no han puesto en peligro su vida solo porque estaban en desacuerdo con las autoridades corruptas que nos gobiernan, aprueban leyes o administran justicia. Nuestros jóvenes exigen, y así lo han dado a conocer al nuevo Presidente Sagasti, un cambio profundo en la clase política, cero tolerancia a la corrupción, funcionarios al servicio del bien común, justicia para los deudos sancionando ejemplarmente a quienes resulten responsables, plena vigencia de los derechos, de la democracia e igualdad de oportunidades, mejora en la calidad de la educación, reactivación progresiva de la economía propiciando puestos de trabajo, atención prioritaria a las políticas sociales, etc. La lista es larga, se ha ido acrecentando con el tiempo, sería utópico pensar que en ocho meses este gobierno pueda satisfacer las expectativas de nuestra gente, pero al menos que se pondrán las bases sólidas ad portas al Bicentenario de nuestra Independencia.

Protesta y tragedia

Nuestra universidad, y en particular la FDCP, no se ha mostrado ajena a esta realidad. Hemos tenido alumnos/as, docentes, administrativos y familiares ejerciendo su legítimo derecho a la protesta; los mayores porque conocemos lo que significa sobrevivir en dictadura; aprendimos a confrontarle, a no tenerle miedo, y no deseamos volver a ella; los más jóvenes porque tienen mayor conciencia de sus derechos y obligaciones y, a todas luces, las últimas decisiones del Congreso y del Ejecutivo han translucido aprovechamientos personales, abuso de derecho y autoridad. En este sentido, fue oportuno el comunicado de nuestra casa de estudios; nuestra comunidad lo estaba esperando y, apenas se hizo público, se identificó con él y se sintió respaldada por sus autoridades.

Cuánta tensión y nostalgia para las familias durante los días de protesta, en especial la noche del sábado 14; pasaban las horas y la prensa no dejaba de transmitir la brutal represión de las fuerzas del orden a los manifestantes. Seguramente muchos trataban de comunicarse con sus hijos, amigos, compañeros; pero ninguna señal; en el centro de Lima reinaba el caos y la incertidumbre; se había cortado el fluido eléctrico en la Plaza San Martín con miles de jóvenes dentro y sin la posibilidad de salir; las comunicaciones se habían bloqueado, mientras se veía a los alrededores disparos de proyectiles, armas de fuego, perdigones, bombas lacrimógenas, palizas por doquier y detenciones; también se veía a los heridos caídos y se anunciaba la muerte de algunos jóvenes.

Represión desproporcionada

A todas luces fue una provocación de parte del gobierno pretender impedir el ejercicio del derecho a la protesta enrejando la ciudad y poniendo en las calles a miles de policías y “grupos terna” armados con proyectiles y armas de fuego; pero estos actos no amedrentaron ni menguaron el ímpetu de los manifestantes, quienes, hastiados de tanta indiferencia y corrupción de las autoridades, estaban dispuestos a hacer todo lo posible para cambiar esta situación. Y lo han logrado en parte; pero a costa de dos jóvenes muertos, centenares de heridos y golpeados, decenas de desaparecidos que poco a poco han ido apareciendo. Cayó el régimen de Manuel Merino y de su Primer Ministro; los congresistas se vieron forzados a reconocer que se habían equivocado; pero les costó mucho procesar y ponerse de acuerdo para elegir a la nueva Mesa Directiva, dejando acéfala por más 24 horas a los dos poderes del Estado.

La elección de Francisco Sagasti ha calmado los ánimos de la gente; ha reconocido públicamente el error del accionar político; ha pedido perdón a nombre del Congreso y del Ejecutivo por las muertes, heridos y detenidos; ha prometido un gobierno de transición transparente y justo; ha mostrado confianza y la garantía de ser un gobierno para el servicio y el bien común. Esperamos y deseamos que así sea por el bien de todos los peruanos.

 

Cinco decisiones para acompañar la generación de universitarios

Atendiendo al llamado de nuestras autoridades, y conscientes de nuestro deber cívico como parte de la comunidad universitaria, docentes, alumnos y administrativos nos convocamos masivamente en forma virtual para reflexionar, analizar y tomar decisiones concretas a nivel institucional. Fruto de estas conversaciones, presento algunas propuestas:

  • En primer lugar, debemos ser conscientes que el cambio operado en instancias del gobierno es superficial y relativo; precisa cambios más profundos en los órganos de gobierno, donde se ha enquistado la corrupción por décadas y por siglos.
  • En segundo lugar, continuar con nuestra oferta educativa sólida, integral y humanista; cambiar nuestra manera de pensar y actuar a la luz de los valores y principios éticos y cristianos.
  • En tercer lugar, preparar a nuestros jóvenes para ejercer la profesión en el ámbito de la administración pública donde se requieren profesionales competentes e íntegros moralmente.
  • En cuarto lugar, fortalecer y consolidar el equipo de docentes en nuestras Facultades, que sean maestros de verdad, educadores de palabras y obras, en el pensamiento crítico, el diálogo y el respeto por los demás.
  • En quinto lugar, consolidar en nuestros estudiantes la formación científica, la investigación y la proyección social; educar la mente y el corazón. Si nuestros jóvenes no piensan, ni sienten, ni viven el hábito de las virtudes desde ahora, apenas terminan la etapa universitaria lamentablemente serán embaucados en el mundo de la corrupción.

El cambio hacia una sociedad más humana, más justa, inclusiva y solidaria está en las manos de nuestros jóvenes valores; no tanto de los mayores; es difícil para no decir imposible que cambie el corrupto; está ciego a los valores por eso cree que no es corrupto.

Los partidos políticos actuales, tradicionales, que nacieron abanderando grandes ideales, están blindados a los más jóvenes; se puede intentar cambiar, reformar pero es más complicado. Está en nuestros jóvenes plantear y crear nuevas iniciativas, nuevas propuestas, nuevos ideales. Por eso, saludamos y felicitamos que, por iniciativa propia, se convocan y reúnen, dialogan, acuerdan y ejecutan. Algo nuevo y grande se está gestando desde las aulas, promovido por nuestros jóvenes valores; mantengamos y protejamos la mecha humeante de la antorcha, será la nueva luz que brilla en las tinieblas.

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4 respuestas a «La fuerza transformadora de los jóvenes del Bicentenario»

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