Redacción CampUCSS
Los nombres son muchos, los recuerdos incontables y las lecciones de vida de un valor inconmensurable. Hace poco más de once años fui voluntaria en el CEBE Manuel Duato (Centro de Educación Básica Especial), mi primera experiencia en un universo donde la discapacidad era una realidad perenne y a la cual no pertenecía.
Fui recibida por el caluroso abrazo de Ángel, quien apartó un lugar cerca de él para mí. Era inteligente, muy hábil, sociable, tenía tanto potencial que era inevitable preguntarse si acaso no podía ser incluido en un aula regular; en ese instante comprendí que había enrumbado en una travesía entre rosas y espinas.
Angelito tenía el ímpetu del viento, energía desbordante, voluntarioso, obstinado y orgulloso, pero cuando salía de la escuela sucedía lo que sucede con muchos: dejaba de ser Ángel y aparecía la etiqueta de “niño con Síndrome de Down” (SD). Retrocedí y constaté que mi lucha no sólo estaría en las aulas, sino que era un viaje trascendental. Iba a enfrentarme al mundo, porque de cierta manera, éste me hirió con sus prejuicios.
El privilegio de ser aceptada y amada por ese niño que me abrió su corazón en el instante que me vio, él me había elegido, sabía que era importante para él sin decirlo con palabras, me demostraba que era un bien para él. Ese encuentro reafirmó la visión de un ideal distinto en mi vocación.
El Síndrome de Down es la consecuencia de una alteración genética que se produce por la presencia de un cromosoma extra o una parte del mismo. En el Perú, hasta 2015 figuraban 8,800 personas con Síndrome de Down inscritas en el Registro Nacional de la Persona con Discapacidad. Según cifras tomadas de la Defensoría del Pueblo en marzo de 2019, de la población registrada a cargo de CONADIS, el 15.01% tiene de 0 a 5 años, el 34.97% tiene entre 6 y 13 años de edad, y el 23.72% tiene entre 18 y 29 años.
No obstante, del total de personas con discapacidad registradas en el Censo de 2017, solo el 9% se encontraba inscrita en este registro hasta octubre de 2019. Por este motivo, el Estado no conoce la cifra exacta y hace más difícil visibilizar a una población vulnerable en todos los aspectos, sobre todo el acceso a educación de calidad, que es la lucha incansable de organizaciones como la Sociedad Peruana del Síndrome de Down.
La educación es un derecho universal e inalienable, la naturaleza de esta es abierta a las diferencias, ya que ninguna persona es igual a otra. La pandemia ha develado los puntos más débiles de nuestra sociedad. Sin embargo, es una oportunidad para responder a las necesidades educativas de todos, cerrando las brechas ocasionadas por la exclusión. El uso de las nuevas tecnologías permite crear espacios de conocimiento, concientización y valoración de la diversidad.
Dentro de la currícula del programa de estudios de Educación Especial abordamos transversalmente la inclusión, nuestros estudiantes no se han detenido y hacen prácticas profesionales programando experiencias de aprendizaje que respondan a las necesidades educativas especiales de sus estudiantes, muchos de ellos pequeños con SD. Así como también, hacemos hincapié en la necesidad de atención temprana y en el acompañamiento al padre de familia cuya experiencia de vida es un viaje desconocido y requiere una guía de otro ser humano capaz de orientarlo sin juzgar.
Existen experiencias exitosas que se cuentan solas. Basta con ingresar a una tienda o cafetería y mirar alrededor. No digamos “Hay trabajadores con Síndrome de Down” para evitar etiquetas. Quiero una sociedad apta para Ángel y todas las niñas y niños como él, una sociedad que vea su potencial, que sea capaz de acercarse a ellos y conocerlos, que tengan las mismas oportunidades que tienen todos y sobre todo que lo veas como te ves a ti mismo.
- Jennifer Aspauza, es licenciada en educación especial, egresada de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UCSS. Ha realizado un Diplomado en problemas de aprendizaje aplicando la psicopedagogía. Además fue Becaria por la JICA representado al Perú y la UCSS en Japón en 2018, en el programa de capacitación “Fortalecimiento de la enseñanza efectiva hacia la educación inclusiva”, certificado por la Universidad de KOCHI y la Agencia de cooperación internacional del gobierno de Japón. Actualmente cursa estudios de Maestría en Psicopedagogía y Orientación Tutorial Educativa y es docente de la Facultad donde estudió, en el programa de estudios de Educación Especial.
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