HOMILÍA POR LOS 25 AÑOS UCSS

Esta fue la reflexión que brindó Mons. Neri Menor Vargas, Gran Canciller y Obispo de la Diócesis de Carabayllo, en la misa por el vigesimoquinto aniversario de la Universidad.

Visita de la Virgen María a Santa Isabel
Sof. 3, 14 – 18
Sal. Is. 12, 2 – 6 “Que grande es en medio de ti el Santo de Israel”.
Lc. 1, 39 – 56

REDACCIÓN CAMPUCSS

En la fiesta de la visita de la Virgen María a su prima Santa Isabel, día de la fundación de nuestra universidad, celebramos esta Eucaristía para agradecer al Señor y dar por clausurado las celebraciones por los 25 años de fundación de nuestra querida universidad.

Ha sido un tiempo que nos ha permitido contemplar con un corazón agradecido estos 25 años de vida; sin duda, una bendición del Señor. Que esto nos anime a retomar el camino con renovado entusiasmo, conscientes de estar bajo la protección de nuestra Madre del Cielo, Sede de la Sabiduría, y en las manos amorosas de Quien todo lo puede.

Agradecemos a cada uno de ustedes, desde el Rector hasta el alumnado en general, por todas las acciones y eventos celebrativos que han realizado a lo largo de este año; esperamos que ello haya contribuido a comprender y pensar nuestra universidad orientada a ser cada vez más “una comunidad educativa viva, abierta a la realidad, y conscientes de que el Evangelio no es un mero adorno, sino que anima las partes y el conjunto” (Francisco, 03-08-23)

Con este anhelo y gozo en el corazón, queremos unir nuestro aniversario al cántico de María, el Magníficat, que expresa el cántico de alabanza que eleva la humanidad redimida por la divina misericordia y, al mismo tiempo, el himno que denuncia toda mentalidad individualista, antropocéntrica, generada cuando el hombre se cree dueño de la historia. María, por el contrario, ha puesto en el centro de su vida a Dios, en una humilde docilidad al diseño del Señor.
Su actitud, según el Evangelio, nos interpela una vez más, y nos invita a caminar en esa dirección. Quisiera destacar dos aspectos: salir y arriesgar.

Salir

Primero, salir. María, al enterarse de que Isabel estaba ya en el sexto mes de embarazo, se puso en camino y fue de prisa a ver a su prima ya anciana. Acude a Isabel para ponerse a su servicio porque dentro de sí tiene el tesoro más valioso: Jesús. Él es el origen de la caridad que nos permite salir de nosotros mismos y servir a los demás.

En esta acción, María se puso otra vez al servicio del plan de Dios. Y Dios que no se deja ganar en generosidad la recompensó a través de Isabel, mujer madura en la fe, con palabras que fortalecieron su fe e iluminaron su camino para cuidar la vida divina que había comenzado a germinar en su seno: ¡Dichosa tú que has creído!

El salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro, nos conduce a mayores posibilidades, oportunidades y motivos para una vida plena. En esta perspectiva exhortó el Papa Francisco a los jóvenes universitarios en Lisboa el año pasado, a “dejar de lado la rutina cotidiana y ponerse en camino”; a no conformarse con respuestas simplistas o inmediatas, sino “a superarse a sí mismos, a ir más allá” (03-08-23).

Esta es la actitud de nuestra Universidad que la ha llevado, en estos 25 años, desde su sede de Lima Norte a crear cinco filiales en el interior de nuestro país, con el único fin de brindar una educación de calidad para todos, centrada en el valor infinito de la persona que nace del encuentro con Cristo. Salir “es un proceso que un universitario comprende bien, porque así nace la ciencia. Y así crece también la búsqueda espiritual” (Ibid).

Arriesgar

Segundo, arriesgar. El camino desde Galilea a Judea era duro y lleno de dificultades. Amenazado en varios tramos por asaltantes de camino. María no desconocía esos peligros, y aun con el riesgo del embarazo de una mujer primeriza y de tan poca edad, no se dejó amedrentar por el miedo, arriesgó y alcanzó para ella y para la posteridad una experiencia que sigue iluminando los caminos de los que quieren ponerse al servicio del plan de Dios en el prójimo.

También hoy los desafíos que tenemos delante como sociedad son grandes y diversos. Como universidad no podemos quedarnos contemplando desde lejos, en palabras del Santo Padre, “la universidad no existe para preservarse como institución, sino para responder con valentía a los desafíos del presente y del futuro… sería un desperdicio pensar en una universidad comprometida en formar a las nuevas generaciones sólo para perpetuar” lo que ya existe (03-08-23).

Para ello es necesario colocar en el centro de toda nuestra existencia a Dios y contemplar en él la dignidad infinita del ser humano, creado a imagen y semejanza suya. Desde esta mirada podremos ayudar a construir una sociedad más digna, humana y justa. Jóvenes, no piensen sólo en ustedes, sino en relación con todos los que nos ha tocado compartir la vida sobre este hermoso planeta. Como María, que agradece y comprende su elección en el contexto de la historia y el futuro de su pueblo.

Sueñen alto y lejos. Sueñen más allá de obtener un título y un buen trabajo, sueñen con ser “protagonistas del cambio” que la sociedad y el mundo anhela; que su “generación sea una generación de maestros: en humanidad, en compasión, en nuevas oportunidades para el planeta y sus habitantes, maestros de esperanza” “no sean administradores de miedos, sino emprendedores de sueños” (ibid).

Para ello es necesario “una conversión del corazón y un cambio en la visión antropológica… para evitar las polarizaciones y promover las visiones de conjunto; “si la fe no genera estilos de vida convincentes, no hace fermentar la masa del mundo”. Ibid).
Jesús nos ha enseñado que quien busca encuentra, quien arriesga, consigue, como el comerciante de perlas finas de la parábola, “buscó con inteligencia y con espíritu de iniciativa” y cuando encontró una de gran valor “arriesgó todo lo que tenía para obtenerla” (cf. Mt 13,45-46).

En resumen, salir y arriesgar para enfrentar los desafíos que tenemos delante y para acoger con cariño la belleza de la diversidad, sobre todo en un país como el nuestro, pluricultural y diverso, un país “de todas las sangres”.

Dirigimos este día nuestra mirada a María, Sedes Sapientiae, Trono de la Sabiduría, con afecto filial. De ella queremos aprender a estar siempre en camino, “peregrinos de esperanza”, comprometidos en colaborar y servir a la dignidad de la persona en los lugares donde nos encontremos y así ayudar a edificar nuestro país. Que Nuestra Madre nos permita soñar en grande, con una universidad abierta, innovadora y consciente de estar a la altura de los grandes retos que le ha tocado vivir.
Que así sea.

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