El COVID-19 es prácticamente el tema de conversación e información en estos días debido a su inminente gravedad y gran velocidad de propagación. Por lo tanto, ocupa en mayor o menor proporción el contenido del pensamiento y los comportamientos a nivel personal y social en los diferentes grupos etáreos a nivel mundial. Para muy pocos es ajeno que el tema se trate a toda hora en los noticieros, redes sociales y charlas con familiares y amigos.
Esta delicada situación en la salud global ha creado mucho temor y acciones de protección que son definitivamente percibidas por los niños al ver personas con mascarillas, escuchar de muertes, enfermedad, incluso palabras nuevas para ellos, como el término pandemia. Algunos niños pueden caer en este pánico colectivo o no entender del todo el proceder de sus padres o cuidadores inmediatos, quienes de pronto le plantean reglas ajenas a ellos y que rompen con una vida llena de actividades que disfrutaban y estaban acostumbrados.
En este sentido los niños deben ser informados y atendidos según sus características psicológicas y del desarrollo.
Existen aspectos básicos para el abordaje con los niños como:
1. Informarles con la verdad.
En este sentido, los padres deben buscar y transmitir solo información de fuentes fidedignas y autorizadas, vale decir del Gobierno del Perú, Ministerio de Salud o de la Organización Mundial de la Salud, ya que en Internet, redes sociales o, incluso, en los mismos noticieros y diarios, hay mucha información especulativa o distorsionada que crea ansiedad e ideas falsas sobre el COVID-19. Asimismo, no evitar hablar del tema. Podemos preguntarles acerca lo que saben, de sus dudas y cómo se sienten frente a esta situación.
2. Escucharlos.
Escucharlos es básico y muy probablemente el primer paso para llegar a ellos. Aclarar sus dudas con información real y brindarles apoyo emocional, hacerles sentir protegidos y seguros (como a todo niño) es esencial. Es necesario explicarles que el grupo de mayor riesgo son los adultos mayores para que ellos también participen en casa si es que tienen alguno(s) y así conozcan quienes están más expuestos al virus. Este dato puede reducir su ansiedad y aumentar su productividad y autocuidado en casa. Protegerse para proteger. Es fundamental enseñarle repetidamente los hábitos básicos de cuidado. Si el niño pregunta algo que no se conoce hay que ser sincero y decírselo. Se podría buscar información de manera conjunta en la familia o decirle que las fuentes autorizadas no saben aún sobre ese aspecto. Recordar: el niño entiende cuando el adulto explica. Se pueden usar algunos gráficos y figuras para ver la transmisión y medios de protección más sencillos pero fundamentales. El adulto es el ejemplo.
3. Brindar protección.
La protección se brinda a nivel afectivo y a nivel de acciones protectoras, como lavarse las manos con frecuencia, estornudar y toser cubriéndose la boca y la nariz con el codo flexionado, evitar tocarse la cara, evitar el contacto cercano con cualquier persona, sobre todo si el niño ha estado fuera de casa. Por la realización de cada acción de protección, el niño puede recibir un pequeño premio. Puede ser un dulce, un extra postre, un momento de TV o un simple “muy bien hecho”, “eres el mejor”, “así se hace” por parte de los adultos. Es importante que el niño entienda que es solo una etapa y que luego volverá a jugar con sus amigos, a abrazar a sus seres queridos y a hacer todo lo que le gusta. Es muy importante la actitud segura del adulto. El niño aprende lo que ve.
4. Ser ejemplo
Transmitir calma y seguridad con sus acciones. Expresarse hacia el niño con un lenguaje que pueda entender, según sus propias vivencias y preferencias. Cada padre o cuidador adulto conoce mínimamente al niño y lo que le gusta y no. Evitar el contacto con personas alarmistas o que comentan contenidos insanos o muy crudos frente a los niños. El responsable de esto es el adulto no el niño. Cuidar lo que se ve en televisión e Internet frente a los niños. Noticias y videos de muerte, como circulan a diario, son nocivos para la salud emocional de niños y también de adultos. No seamos parte del morbo informativo.
5. Organizar responsabilidades en casa.
Es prudente mantener los horarios de la familia y un orden en el día para promover la actividad y la diversificación de responsabilidades. El niño es partícipe de la protección. Motivar la conversación en casa de temas diversos, experiencias, anécdotas, proyectos. El niño debe percibir que la vida continúa y seguirá su normal curso. Los momentos de esparcimiento dentro de casa son importantes. Aprovechemos estos días para aumentar la unión familiar ya sea limpiando, jugando, participando de labores domésticas, repasando algún curso, leyendo, viendo televisión constructiva o películas familiares y siempre teniendo en cuenta de que el comportamiento del adulto es el que marca la pauta en estos días de cuarentena.
Cuidémonos cuidando, cuidando cuidémonos.