“El sentido del martirio, desde la antigüedad, se mantiene hasta hoy”. Entrevista al P. Walenty Chapiński OFMConv

“El sentido del martirio, desde la antigüedad, se mantiene hasta hoy”.

Entrevista al P. Walenty Chapiński OFMConv

Por Juan Valle Quispe
Fondo Editorial UCSS

“El sentido del martirio, desde la antigüedad, se mantiene hasta hoy”.

Entrevista al P. Walenty Chapiński OFMConv

Por Juan Valle Quispe
Fondo Editorial UCSS

 
El pasado 05 de diciembre fueron beatificados en el Estadio Centenario de Chimbote, Miguel Tomaszek OFMConv., Zbigniew Strzalkowski OFMConv. y el Pbro. Alessandro Dordi. Como era de esperarse, este acontecimiento histórico para la iglesia peruana reunió, además de los chimbotanos, a gente de todo el Perú y de diferentes países. En el marco de aquellos días de celebración, dialogamos con el P. Walenty Chapiński OFMConv., quien vivió de cerca los años difíciles del conflicto armado en el país y, además, participó de forma activa en el proceso de beatificación. Ofrecemos ahora unos fragmentos de la entrevista que publicaremos en la revista Studium Veritatis.

 

1. Padre, ¿cómo entender a un mártir en nuestro tiempo?

Lingüísticamente, mártys, en griego bíblico, significa ‘el testigo’. Y el primer testigo de cristiandad es Jesucristo. Él es testigo viviente de Dios, de su presencia salvadora en el mundo. Por tanto, los primeros cristianos que han muerto como resultado de la persecución, considerados enemigos incluso de la humanidad y de todo bien, los llamamos mártires. Así denominamos a aquel creyente en la Iglesia, que por el testimonio de Jesucristo y de su resurrección, da hasta su propia vida. En la Iglesia se mantiene este sentido desde la antigüedad. Se debe añadir que hay una convicción en el mundo cristiano donde se afirma que los primeros siglos de la Iglesia fueron los siglos de los mártires. Aunque, es sabido que nunca han sido martirizados tantos cristianos como justo en nuestros días. Cada año se cuentan hasta en centenares de miles las víctimas por la fe cristiana. Esto es, digamos, un fenómeno de martirio.

beatificacion_misa1Un ejemplo que viene al caso es la beatificación que se ha organizado, en la cual se les declara beatos mártires de la Iglesia peruana a dos religiosos, Miguel y Zbigniew, de la Orden de los Franciscanos conventuales, y Alessandro (‘Sandro’) Dordi, sacerdote de la diócesis de Bérgamo. Todos ellos han sido sacrificados por los combatientes del Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso en agosto de 1991. Los eliminaron por ser considerados enemigos de la revolución que llevaba a cabo este partido comunista en la llamada guerra popular. Ellos justificaban esto de forma increíble. Según los terroristas, los religiosos, al dedicarse a obras de evangelización y caridad, colaborando con Caritas, frenaban el desarrollo de la conciencia revolucionaria de las masas (para ellos no existía el pueblo sino masas). Consideraban que era un engaño.
 

2. Una pregunta a colación sería, ¿por qué solo ellos llegan a ser beatificados cuando han sido tantos los muertos mártires?

Es cierto que los beatos son una pequeña parte, pero así la Iglesia distingue y reconoce la acción, la vida y la obra de sus mejores miembros. Ellos destacan como cristianos santos en plena realización del evangelio. Eso no quita el reconocimiento de miles y miles que han dado la vida así. Yo creo que habrá muchas beatificaciones más. Esto se debe a que el primer paso para la beatificación, el reconocimiento de la santidad de miembros de la Iglesia, viene a ser la fama, es decir, el reconocimiento popular. Después, se organiza un tribunal, generalmente de teólogos y juristas, conocedores del derecho canónico, los cuales investigan, examinan a los testigos, los documentos sobre su vida, su acción. Luego, la Congregación para las causas de los santos reconoce que ellos murieron en nombre del evangelio de nuestro señor Jesucristo.
 

3. ¿Qué representa para usted, como franciscano conventual, este evento?

En el primer momento, cuando ocurrió su muerte, lloramos. Vivimos entre el miedo. Sin embargo, la gente nos animaba, personalmente yo recibía unas raras formas de apoyo. Por ejemplo, cuando iba a otra capilla, en lo posible, alguien se me unía para acompañarme. Recuerdo que, al anochecer, cuando regresaba de misa a mi casa, alguien se ofrecía a acompañarme, aunque no era mucha la distancia, diez o doce minutos de camino a pie. O alguien, de vez en cuando, ofrecía su auto para llevarme, justificándose siempre con “Justo yo tengo que visitar un amigo, si quiere lo llevo”. Era mentira. Algunas veces me llamaban de noche para preguntar, “¿Mañana habrá misa?”. Sabían que sí, pero lo hacían para saber si yo estaba bien. Fue una vigilancia llena de amistad y preocupación.
[…]
De igual manera, cuando viajaba a Pariacoto anónimamente, nunca avisaba el día y la hora, pero la cocinera se encargaba de que la casa siempre estuviera lista. También salía sin avisar, así fue por un buen tiempo. Del mismo modo, cada año se celebraban aniversarios de la muerte de los religiosos con mucha participación del pueblo, y a medida que iba pasando el tiempo y progresaba la causa de la beatificación, esas muertes fueron de a pocos convirtiéndose en celebración de la vida, de la resurrección, de la santidad. Entonces, ahora es para nosotros, los franciscanos conventuales, una gracia. Antes era sufrimiento, humillación, dolor nuestro y del pueblo, pero ahora damos gracias a Dios por el reconocimiento de su martirio de parte de la Iglesia. También el pueblo reconoce en ellos a los testigos de la esperanza.
 

4. ¿Cuál fue la tarea que llevó a cabo en el proceso de beatificación?

Cuando comienza un proceso de beatificación se nombra un tribunal. Yo fui un ayudante, mi función fue lo que se conoce en ese ámbito como defensor de justicia. Sencillamente es quien se encarga de que todo esté formalmente bien realizado. Estos nombramientos vienen del obispo. Se trataba de hacer una investigación eclesial dentro de los marcos del derecho canónico y teológico para establecer si en realidad se trató de un martirio por la fe o no. Mi trabajo tenía que ver con buscar la verdad sobre el martirio. Nunca nos dedicamos a indagar en delitos, crímenes o asesinatos del modo civil que se piensa, eso no nos interesaba. Lo que nos importaba era probar que estos religiosos habían muerto por haber sido personas de fe, víctimas de perseguidores de la Iglesia.

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