Redacción CAMPUCSS
Luis Bedoya Reyes, fue un abogado y político peruano, fundador del Partido Popular Cristiano, ex Ministro de Justicia y Culto (1963), nombrado por Fernando Belaunde Terry, y burgomaestre de Lima en 1964.
Su sensible fallecimiento, el pasado 18 de marzo, nos recuerda a uno de los políticos más longevos de la historia republicana. Aquí te contamos la historia de su gestión como alcalde y el legado que dejó a la capital, junto al arquitecto Ernesto Aramburú, a través de sus obras más emblemáticas, aquellas que han marcado la modernidad y el crecimiento urbano de la capital.
El Zanjón de Bedoya
Cuenta la historia que el exalcalde de Lima, Luis Bedoya Reyes (1964 – 1969), se topó con el proyecto del arquitecto Ernesto Aramburú, el cual buscaba unir el Centro histórico, La Victoria, Lince, San Isidro, Surquillo, Miraflores, Barranco y el sur de la ciudad. Con tamaña extensión, la Vía Expresa del Paseo de la República sería reconocida como una de las grandes obras de la urbe.
El mérito fue proyectarse a un crecimiento ordenado de la ciudad, teniendo como eje principal de comunicación la Vía Expresa, así las vías secundarias, calles y/o avenidas deberían interconectarse a esta. Aramburú quería utilizar la ruta del antiguo ferrocarril, cuyo trayecto conectaba Lima y Chorrillos, y que, a su vez, se había proyectado sobre un viejo camino prehispánico.
El ex alcalde se aventuró en busca de 10 millones de dólares, pese a las tensiones en su partido y las críticas. Este financiamiento era necesario para poner en marcha el proyecto. En un viaje a China, Bedoya visitó a un ex embajador del Perú en Estados Unidos (San Francisco), a quién le habló del proyecto de la Vía Expresa, este accedió a otorgarle el monto total del proyecto.
Ya en Lima, el ex alcalde le comentó a Fernando Belaunde Terry, presidente del Perú en aquella época, que el proyecto iniciaría contra todo pronóstico. En 1966 se dio inicio a la primera etapa, que partía de la Plaza Grau y terminaba en el puente de la Avenida Javier Prado, la que concluiría en febrero de 1967.
La segunda etapa, que continuaba el camino hasta Barranco, inició en 1969, año en que culminaban las labores de Bedoya como alcalde. Este tramo incluyó la construcción de los puentes de las avenidas Primavera y Ricardo Palma.
A la fecha, pese a su magnitud, constancia en su elaboración y su gran importancia vial para la capital durante décadas, la Vía Expresa no está terminada y es insuficiente para soportar el tráfico de una ciudad de más de 10 millones de habitantes. Su vigencia ha sido alterada por algunas malas gestiones ediles. Incluso, algunas de las obras actuales han perjudicado su esquema original, así lo afirma la Ing. Epifanía Pérez, Coordinadora del Programa de Estudios de Ingeniería Civil en la filial Tarma.
“Luis Bedoya Reyes, tuvo el gran mérito de proyectarse para el crecimiento ordenado de la ciudad, lamentablemente posteriores gestiones no siguieron esta idea. La modernidad y el desarrollo exigen la reducción del tiempo en las que el hombre viaja, la conservación de la estética y el casco urbano histórico, así como la preservación del medio ambiente”, explica.
Además, la Ing. Pérez, nos habla del efecto del metropolitano inaugurado en julio de 2010: “La Vía del Metropolitano redujo el espacio de los carriles en ambos sentidos, en vez de una Vía Expresa que reduzca el tiempo de viaje, lo que tenemos es una vía tortuosa. Hoy, si tenemos suerte en algunas horas que no sean punta – todas las horas del día se han vuelto horas punta – podemos desplazarnos en el tiempo estimado a nuestro destino”.
Por otro lado, nos habla sobre la posibilidad de que la Vía del Metropolitano fuera subterránea, de esa forma podría ser de uso exclusivo de autos ligeros, ambulancias y policía.
La Costa Verde: Una vía que nace de los escombros.
Esta no es la única obra gestada del trabajo de Bedoya y Aramburú, la construcción de la Vía Expresa trajo consigo el inicio de otra obra de ingeniería que transformaría los acantilados de Lima y daría acceso a los limeños al mar, conectando varios distritos a través de un circuito de playas, cuyo trayecto empezaría en el distrito de La Punta y terminaría en Chorrillos, abriendo camino hacía la Panamericana Sur, ese proyecto es lo que hoy conocemos como la Costa Verde.
A inicios de los años setenta el proyecto de la costa verde tomaba forma. Las toneladas de tierra excavadas del zanjón de la obra de la Vía Expresa, fueron transportadas a los acantilados de Lima, con el objetivo de formar una costa artificial. Antes de esta obra de ingeniería, los limeños solo podían bañarse en Cantolao, Magdalena, Miraflores, Barranco, Chorrillos que poseían balnearios y baños artificiales construidos de madera, tipo muelles, desde donde la gente se lanzaba al mar, incluso, con una soga atada a la cintura o la ayuda de un pescador indígena o lugareño, como lo retratara Pancho Fierro en su acuarela Cholo maestro nadador. La Herradura y La Punta eran las únicas playas naturales existentes.
La batalla para unir los balnearios, era ganarle terreno al mar. Las grandes olas de casi dos metros de altura rompían con agresividad la falda de los acantilados. En la época del ex presidente Leguía, se colocaron diques a la altura de La Perla para retener la fuerza del Pacifico, pero estos no funcionaron. La idea de Aramburú venció a esta, colocando espigones dentro del mar, facilitando el proceso de enarenamiento con la tierra excavada de la Vía Expresa.
Concluida la obra, nacieron las playas de La Pampilla, Makaha, Redondo, Las Cascadas, Las Sombrillas, Los Yuyos, Los Pavos, Barranquito, Agua Dulce, entre otras. Una nueva época empezaba para Lima, a ritmo de Rock and Roll y el surf.
La Costa Verde ha sido escenario del sueño de tablistas que corrían olas, incluso, antes de la construcción del Circuito de playas, y que una vez terminada se apoderaron de las costas de Miraflores hasta ahora (incluso crearon una ley única en el mundo para proteger las rompientes de olas).
Muchos años después, se han presentado distintos cambios, como la reducción de velocidad y la implementación de mallas protectoras, producto de derrumbes y accidentes al ser una vía artificial en medio de la bravura del mal y los prehistóricos acantilados.
“Hoy, la Costa Verde aún cumple su objetivo, aparte de unir prácticamente los distritos costeros desde Chorrillos hasta La Punta, está haciendo atractiva la zona con espacios verdes y lugares donde se puede practicar deporte y otras actividades culturales y recreativas”, analiza la Ing. Epifanía Pérez.
Ernesto Aramburú, como alcalde de Miraflores, en 1970, pudo impulsar la construcción de unos de sus proyectos en conjunto con otros personajes de la época, como Luis Bedoya Reyes. Como arquitecto, dejó muchos otros proyectos para una Lima que no tendría nada que envidiarle a otras ciudades, y sus obras de ingeniería, en el mundo. Y predijo que, aún después de su muerte, los trabajos en dicha obra continuarían. Y así fue.
La Vía Expresa y la Costa Verde se conectaron gracias al aprovechamiento de antiguas quebradas de origen prehispánico, como Balta y Armendariz, para darle a los limeños la posibilidad de mirar y aprovechar el mar, en esa grandiosa cualidad que tiene de ser la única ciudad capital de Sudamérica a orillas del océano.
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