por LUIS ESCRIBANO
Después de más de 10 años, la historia concluye para deleite de algunos fans y no tanto para otros. En el mundo ninja se vive un momento de paz; el equilibrio y sosiego entre las naciones se siente en todos lados, y Naruto, el gran héroe “vivo” de la guerra, se ha convertido en toda una celebridad en su comunidad de la Villa oculta de la Hoja. Sin embargo, para Hinata, una muchacha que lo ha amado desde que eran pequeños, sigue siendo el mismo que intentó protegerla de niña, aunque pronto se dará cuenta de que otras también se interesan en él. Por ello, desea darle un regalo especial y simbólico: una chalina.
Pero la tranquilidad es irrumpida con una nueva amenaza para los héroes. Toneri, descendiente de un ancestral de la luna, planea vengarse de la humanidad por usar erradamente el “Genjutsu”, el arte ninja de emplear la energía del “Chakra” como arma entre ellos. Para lograrlo atraerá la luna hacia la Tierra haciendo que se desprendan fragmentos, cuyo impacto borrará toda vida humana. Aparte de ello, desea el poder del “Byakugan” y toma a la hermana menor de Hinata. Esta última, junto a Naruto y otros compañeros, salen en misión para rescatarla. Durante el viaje, Hinata y Naruto se estrechan recordando anécdotas de la niñez que ahora tienen mayor significado, pero Toneri los acecha y confirman que él está relacionado con la alteración del astro y, además, persuade a Hinata para que sea su esposa. Ante esa situación, el héroe no permitirá que lo alejen de la mujer que acaba de darse cuenta que ama; el campo de la última batalla ya está declarado: la luna. Sé que no pecaré de spoiler al decir que, en esta entrega de Tsuneo Kobayashi, no esperaba que la chalina tuviera más protagonismo que Sasuke.