Magia a la luz de la luna

(Estados Unidos, 2014)
por KATHERINE VARGAS TORRES

Una conmoción sacude la Costa Azul de la Francia de los años veinte y, más específicamente, a la adinerada familia Catledge. Una joven médium, Sophie Baker (Emma Stone), ha demostrado en varias sesiones espiritistas que puede comunicarse con el difunto padre de la familia. La viuda, asombrada por este hecho, la lleva a vivir a la mansión. Tal convivencia, dicho sea de paso, hace despertar el amor de su hijo hacia Sophie, quien proclama ahora sentirse profundamente enamorado de ella. Sin embargo, el famoso mago Stanley Crawford (Colin Firth), una vez enterado de los sucesos y convencido por un amigo, decide ir a la mansión de los Catledge a desenmascararla, ya que está seguro de que solo se trata de otra falsa espiritista buscando aprovecharse de la ingenuidad de las personas y, en cambio, él, con sus conocimientos de magia, podrá descubrir sus trucos y revelarles a la farsante. No obstante, cuando conoce a Sophie y los prodigios que esta realiza frente a sus ojos, hechos que aparentemente superan toda explicación racional, empieza a dudar de todo lo que creía hasta ese momento y aceptar que los poderes de ella son reales. Pero un acontecimiento lo llevará a descubrir algo inimaginable en torno a lo ocurrido.

Magia a la luz de la luna (Magic in the Moonlight) es otra comedia del genial director y guionista Woody Allen. Aunque esta es un tanto más ligera que sus predecesoras (como las clásicas Annie Hall o La rosa púrpura del Cairo, solo por citar algunas), no deja de tener el característico estilo “Allen”. Con ello, nos referimos a diálogos inteligentes, sarcásticos, curiosos y hasta analíticos entre sus personajes que han hecho a sus películas únicas en su género.

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