¿Qué pasa entre Europa y el Medio Oriente?
Frente a los recientes acontecimientos internacionales es preciso explicar algunos conceptos y la relación entre “Islam”, “integralismo”, “fundamentalismo”, “IS, ISIL e ISIS” y “jihād” para contextualizar mejor nuestra mirada.
Integralismo y fundamentalismo. Empecemos por diferenciar el concepto de Integralismo religioso del de fundamentalismo religioso. Integrista religioso es quien considera la religión que profesa, junto a sus textos sagrados, como única verdad y, por lo tanto, quiere que todos los aspectos de su vida y de la colectividad –aspectos políticos, económicos y sociales- sean totalmente influenciados por ella. Dirigido a extremas consecuencias, el integrismo puede llevar a la intolerancia y a la violencia contra quienes tengan ideas diferentes. En el caso del integralismo islámico, los musulmanes integristas consideran que la Sharīʿa, es decir la ley religiosa, tiene que imperar sobre la política. Los preceptos religiosos tienen una importancia mayor respecto a las leyes del Estado, de hecho las substituyen: se desea la aplicación exacta de la ley Islámica, elaborada en base a los sagrados textos del Islam -el Qur’an y la Sunna-. (El Corán, el principal texto religioso, contiene las palabras del Profeta: es su legado directo; mientras que la Sunna, escrita años después de su muerte, reúne todas las costumbres y los códigos de comportamiento, según los cuentos de la gente).
Por otro lado, utilizamos el término fundamentalismo para referirnos a personas que creen en la lectura directa de los textos sacros y que erigen los preceptos allí contenidos como fundamentos –de aquí el término- de sus existencias. Los fundamentalistas no admiten interpretaciones ni análisis filológicos. Este término, inicialmente nacido en el ámbito de la religión protestante, ha perdido esta acepción para ganar una de carácter más general, de hecho, hoy en día, existen básicamente tres tipologías de fundamentalismo: islámico, hebraico y católico. En otras palabras, fundamentalista es quien considera que los textos sagrados sean la única verdad sobre la cual basar su vida religiosa –y no solo esa- por supuesto. El gran límite de los fundamentalistas es el aislamiento en el que se encierran y la intolerancia hacia las otras ideologías que no concuerdan con la propia. Se trata de un rechazo de la modernidad en virtud de un regreso a los orígenes.
Entonces, los conceptos de integralismo y fundamentalismo son similares, pero no idénticos: el fundamentalista se preocupa de tomar a la letra los fundamentos de la religión explicados en los textos sagrados; el Integrista es quien quiere aplicar estos a todos los aspectos de su vida, sean políticos, sociales y económicos. Cierto es que un Integrista puede ser también fundamentalista, pero es improbable que un fundamentalista sea integrista. Hoy en día, estos dos términos tienen una acepción negativa, porque la mayoría de la gente los relaciona, en manera equivocada, a los episodios de fanatismo religioso, como el grupo terrorista IS (Estado Islámico).
El Islam es una religión de paz y amor. En el mismo nombre está contenida la palabra “Salam” que significa, efectivamente, “paz”. De hecho, Islam significa “entrar en un estado de paz y seguridad con Dios a través de la sumisión y la rendición a Él”. Esta condición se denota con solo mirar a los cinco “Pilares del Islam”:
-Shahada, la profesión de fe;
-Zakat, el depósito de dinero en favor de los pobres;
-Salat, la oración canónica que se repite 5 veces al día;
-Ramadan, el ayuno en el mes lunar de Ramadan en las horas de luz;
-Hajj, la peregrinación a La Meca, que hay que cumplir al menos una vez en la vida.
Como periodista, he trabajado en países en los que la religión islámica es la mayor, sino la única, religión profesada y he tenido la oportunidad de conversar sobre las religiones y los fanatismos relacionados a ellas. Los musulmanes verdaderos condenan a los terroristas islámicos y, más que nada, condenan el hecho que maten escondiéndose detrás del nombre de Allah.
IS, ISIL e ISIS. En estos últimos años ha ido expandiéndose el movimiento terrorista islámico que está cumpliendo atentados en contra de países occidentales: el IS. Este movimiento es conocido bajo diferentes nombres: IS, ISIS e ISIL. Literalmente ISIS significa “Islamic State of Iraq and Syria”, mientras que ISIL indica el “Islamic State of Iraq y Levante”. Hoy en día, los terroristas utilizan simplemente la dicción IS –Islamic State- para indicar la expansión del Califato Islámico sin alguna limitación. Actualmente, el Califato ocupa 35 mil km2 y se extiende desde Alepo, en el norte de Siria, hasta la región de Diyala, en el este de Iraq.
El estandarte bajo el cual se identifican es una bandera negra con una escrita blanca: “There is no god, but God. Muhammad is the Messenger of God”. El hecho que el nombre de Allah sea presente, le confiere sacralidad y poder.
El concepto de jihād
La propaganda que realiza el IS es efectiva porque promete a la gente liberarla de los invasores occidentales. Ellos justifican y fundan sus actos en el nombre de la jihād. La jihād, en árabe جهاد, significa leteralmente “ejercitar el máximo esfuerzo”. Existen dos tipologías de jihād: la “grande”, que se refiere a la lucha interior y personal de cada uno en contra de las pasiones y la “pequeña”, que es una guerra en todo sentido, se combate con armas y se ejerce solo por defensa. Además de este “jihād defensivo”, existe otro: el “jihād ofensivo”, que es propiamente una guerra en contra de los infieles, es decir los no-musulmanes, y contempla a la sumisión de ellos.
¿Qué quiere el IS?
Por lo que concierne la actualidad, los intentos del Califato Islámico no son puramente religiosos, sino hay que tomar en consideración también las motivaciones políticas y económicas: la revancha y la libertad desde el yugo de Estados Unidos –y de sus aliados- que se han metido en los asuntos de Medio Oriente por el interés hacia el ‘oro negro’: el petróleo.
¿Porque el IS consigue tantos combatientes?
En 2012, el número de combatientes era tan solo de mil personas, mientras que hoy en día ha alcanzado las 30 mil adhesiones. El IS explota a los niños huérfanos, a los jóvenes desocupados y a todos aquellos que viven sumisos y lo han perdido todo por culpa de la guerra. El IS se nutre de su miseria, alimenta su odio, los anima con el concepto del jihād y, sobretodo, les promete devolver la tranquilidad y todo aquello que han perdido.
La violencia solo genera más violencia y, valgan verdades, todos los atentados cometidos por el IS tienen que ser condenados con fuerza: ninguno, por ninguna razón, tiene el derecho de quitar la vida a otro ser humano. En vez de reaccionar con las armas, las invasiones y las matanzas, deberíamos colocarnos en el lugar del otro, el civil débil y vulnerable, y tratar de entenderlos desde sus motivaciones buscando siempre la verdad, seguramente se podría parar el derramamiento de sangre y ponerle fin a estas guerras que cuestan caro, sobre todo, en vidas humanas. Lástima que vivimos en un mundo totalmente absorbido por los intereses económicos y las luchas para el poder.