REDACCIÓN CAMPUCSS
Hay experiencias que pueden cambiarte para bien o para mal. Estar cerca a la muerte, vivir enclaustrado, perder la estabilidad económica, etcétera. Un adulto tal vez pueda entender estos cambios bruscos pero, ¿cómo proceder con un niño o algún caso especial?
Para el psicólogo Rafael Del Busto de la UCSS, la preocupación excesiva, el estrés, la ansiedad y la depresión son algunos de los cuadros que más se presentaron entre los peruanos durante estos meses de pandemia.
“Las personas que tuvieron que descontinuar su tratamiento psicológico por el encierro corren el riesgo de recaer”, precisó el coordinador del programa de estudios de Psicología. Estos casos pueden afectar la convivencia familiar, dejar secuelas psicológicas a largo plazo y hasta recrudecer cuadros ya existentes.
Aquí algunos aspectos de la vida donde más sentimos el impacto de la nueva normalidad por la pandemia:
La ansiedad por retomar tu vida social te tiene mal
Si tus hijos están intranquilos todo el día, puedes tomarlo como un engreimiento pero lo cierto es que todos necesitamos distracción y, tras meses encerrados, nuestros hijos mucho más. Si tienes hijos especiales, no les transmitas tus temores. Recuerda que son poco sociables por naturaleza y no les puede afectar igual.
El especialista comentó que si sientes malestares, dolores, irritabilidad, tristeza, sudores, taquicardia, temblores o pérdida del apetito puedes estar estresado. Para esto se recomienda mantenerse activo, hacer los quehaceres, ejercitarse, tener conversaciones, ver películas o realizar actividades en familia.
Pérdidas irreparables, muchas veces sin despedida
Si no perdimos a alguien, vimos la muerte muy de cerca por algún amigo, familiar o vecino. Para una persona muy sensible, esta experiencia puede llevarla a preocuparse demás en relación a la muerte.
Sugestionarse con su propia muerte o preocuparse de sobremanera por la salud de sus familiares. En estos casos, Del Busto también recomienda no transmitir ideas negativas o miedos, sino distraerse juntos.
Quedarse sin trabajo y no poder encontrar otro
Debemos hablar con nuestros hijos, sobre todo lo que pasa en la familia y escucharlos. Normalizar actividades juntos. Igual con adolescentes, escucharlos los hace partícipes de los problemas y ayuda en su madurez.
En caso de niños o casos especiales, si ellos ven que tenemos miedo, se pondrán peor. Para los más sensibles en casa con el panorama político, lo mejor es buscar fuentes de información confiables. Podrían fomentar el diálogo para encontrar conclusiones positivas.
Convivencias forzadas y rupturas amorosas
La solución para cualquier pareja en un mal momento, como puede ser vivir con la ansiedad por una pandemia, es el diálogo. Si discuten y viven tensos, navegar en internet puede ayudar a distraerse pero no como pretexto para no volver a hablar.
Es clave volver siempre a la comunicación. Esto siempre en pos de mantener la calma ante los hijos. No los estreses con más órdenes, compartan tiempo juntos.
Universitarios truncados y colegiales que se gradúan sin aprender
Si detectamos dejadez o desidia de nuestros hijos en sus clases a distancia, hay que entenderlos primero. Pueden estar deprimidos o confundidos por la pérdida de un ser querido o aturdidos por la nueva normalidad de la cuarentena.
Los niños se adaptan bien a las situaciones. Si está deprimido por los amigos, deben hallar la manera de motivarlos en familia. En el caso de adolescentes que truncaron su universidad, atentos a casos de estrés que en algunos se manifiesta con acné, caída del cabello, alergias, malestar general o en casos graves les falla la glucosa.
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