Enemigos silenciosos

Melissa Quispe, alumna de Redacción Académica, aborda la ansiedad y depresión en jóvenes durante la pandemia.

Por Melissa Quispe

 Valentina es una joven peruana de 18 años que se ha visto frustrada tras abandonar sus estudios en la preparatoria debido al confinamiento por la Covid-19. Ella estuvo preparándose aproximadamente dos años y medio en una academia cerca a su casa, su objetivo era postular e ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la carrera de Tecnología Médica. Lamentablemente a inicios de la pandemia, debido al cese de trabajo, sus padres dejaron de brindarle apoyo económico. Al no poder continuar estudiando, ella se sintió muy desanimada e incluso presentó síntomas de depresión y ansiedad.

La pandemia y el confinamiento por la Covid-19 han generado una crisis sin precedentes en todo el mundo. Dado a que la mayoría de personas se ha enfrentado a retos que pueden ser estresantes y abrumadores. No obstante, frente a este panorama hay ciertas medidas de salud pública dictadas por el gobierno peruano, como el distanciamiento social por ejemplo, estas han sido necesarias para reducir la propagación del coronavirus. Sin embargo, la ejecución de estas medidas provocó que muchas personas, sobre todo  jóvenes, se sientan aisladas, tristes y desanimadas.

Según el Dr. Ayar Nizama Vía, especialista en psiquiatría y miembro del Instituto Nacional de Salud Mental, una de cada tres personas menores de 35 años, son más propensas a presentar trastornos de ansiedad y depresión. Asimismo, una especialista del Ministerio de Salud enfatizó que:

 

El covid-19 ha dañado la salud mental de muchos jóvenes que han tenido que dejar sus estudios y otros que no saben qué hacer o cuál carrera profesional seguir. En este sentido, necesitan de apoyo y dirección para continuar con su vida normalmente. Los padres no pueden pasar desapercibido esta situación  (J López, 2020).

 

La salud mental y el COVID -19

A medida que la crisis por la Covid-19 continúa afectando la economía a nivel mundial y el diario vivir, muchas personas viven con ansiedad y depresión. La ansiedad es una respuesta emocional que se presenta en el individuo ante situaciones que percibe o interpreta como amenazantes y peligrosas. Aunque en realidad no se pueden valorar como tal, esta manera de reaccionar de forma no adaptativa produce que este trastorno sea nocivo y cada vez más frecuente.

Tesone (2020): Cuando se produce una crisis, la ansiedad es tan grande, que la persona puede llegar a experimentar sensación de muerte, además de síntomas físicos como palpitaciones, sudoración o parálisis. Esto excede el entendimiento de la persona y por eso requiere un diagnóstico diferencial con otras patologías orgánicas. Además, en los jóvenes, la ansiedad se manifiesta con síntomas específicos como la ira, la inseguridad, irritabilidad, fatiga, dolores de cabeza o de estómago y vómitos.

Actualmente, la pandemia por la Covid-19 y los consecuentes cierres de emergencia (cuarentenas y toques de queda), han provocado ansiedad vinculada al coronavirus, en conjunto a otros trastornos de salud mental, como la depresión y la ideación suicida. La cual es  particularmente preocupante ya que en muchos países, sobre todo en el Perú, se ha identificado a la salud mental como unas de las áreas que menos se ha trabajado durante este periodo. Por ende, un doctor muy reconocido en el Perú menciona que:

 

En nuestro país aún no se ha logrado brindar la importancia debida a la salud mental, lo que incrementa los casos de somatización, un mecanismo que la persona inconscientemente utiliza para convertir una molestia emocional en una molestia física. Debido a esto, es usual escuchar quejas como dolores de cabeza, dificultad para respirar, cansancio y hasta tos, creyendo falsamente que se tiene coronavirus. (A. Nizama, 2020).

 

Por otro lado, un trastorno que también se ha ido presentando en dicha población durante la pandemia, es la depresión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS): “La depresión es un trastorno mental frecuente que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”. Cuando una persona está triste, no necesariamente se encuentra deprimida. Debido a que la depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Incluso, la psicóloga del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COP), afirma que:

 

La preocupación de perder el trabajo  en plena pandemia o no poder subsistir económicamente en alguna área, sumado al miedo de que haya un segundo encierro o un gran rebrote genera depresión en muchas personas. Por todo ello, este año, los síntomas de depresión se agravan al contar con un contexto de tanta incertidumbre y preocupación por el futuro más inmediato (E Sánchez, 2021).

 

En América Latina y el Caribe,  una encuesta de U-Report de UNICEF reveló que más de una cuarta parte de jóvenes había sufrido casos de ansiedad, y un 15% depresión. Asimismo, la mayoría de las 800.000 personas que mueren por suicidio cada año son jóvenes, y las autolesiones son la tercera causa de muerte entre las edades de 15 a 19 años, con tasas más altas entre las adolescentes. Por otra parte, según estudios realizados en el 2020, en el Perú los estados depresivos aumentaron en un 35%, especialmente en jóvenes, y para el año 2021 irían incrementando mucho más debido a la difícil situación que se vive a consecuencia de la Covid-19.

Cabe mencionar, que las posibles causas de los trastornos de ansiedad y depresión dadas en la  población juvenil se debe a: un futuro incierto, dificultades económicas, mayor afectación por cierres o despidos, y el estrés derivado de la sobreinformación en redes sociales. Por lo que se establecen ciertas recomendaciones. En primer lugar, se aconseja realizar ejercicio físico. Según el médico psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud:

 

Al ejercitarnos ocurren cambios metabólicos y hormonales que ayudan a lidiar con las emociones negativas y mejoran la autoestima. Ocurren cambios favorables en el cuerpo, como bajar de peso o sentirse más activo. Además de liberar endorfinas y dopamina que nos hacen sentir mejor (L Retamozo, 2021).

 

En segundo lugar, es importante mantener una buena alimentación .Es decir, los jóvenes necesitan comer saludablemente para así poder optimizar las funciones cognitivas, mejorar el ánimo y promover la plasticidad cerebral. En tercer lugar, compartir experiencias con la familia y seres queridos, como contar anécdotas, coordinar reuniones virtuales, compartir lecturas y juegos de mesa.

Conclusiones

Es evidente que desde que se desencadenó la crisis y el confinamiento por la Covid -19, los síntomas de depresión y ansiedad han aumentado en la población peruana. Según estudios preliminares del Ministerio de Salud (MINSA), siete de cada 10 personas se han visto afectadas por alguna medida. Siendo los jóvenes uno de los grupos más perjudicados y los síntomas de ansiedad los que más predominan. Cabe resaltar que, los síntomas primordiales en ambos trastornos son: la tristeza, pérdida de interés en la mayoría de actividades, aumento y disminución del apetito, cansancio o pérdida de energía, pensamientos recurrentes de muerte, abandono o suicidio. Por lo que es recomendable realizar ejercicio físico, mantener una buena alimentación y optimizar las funciones cognitivas. Por último, en caso de que se  presenten los síntomas con severidad es necesario acudir a un profesional para la valoración psicológica correspondiente. Asimismo, es  fundamental  la difusión de esta información en el ámbito académico, pues es ahí donde se puede hacer labor preventiva y realizar la canalización correspondiente a profesionales.

 

 

 

 

 

 

 

Referencias bibliográficas

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