Tal vez habrás escuchado que, en algunas ceremonias litúrgicas, se hace mención a la Virgen María a través de diversos nombres. A propósito del mes de la Virgen, y en sintonía con la conmemoración del Milagro de Fátima, te comparto la descripción de algunas letanías lauretanas hacia la madre de nuestro Señor.
Por: P. Miguel Carpio, capellán de la UCSS.

Es a la Virgen y a su «sí», a quien la Iglesia venera con gran devoción tal como nos lo recuerda las letanías lauretanas, llamadas así porque se usaron por primera vez en el Santuario de la Virgen de Loreto (Italia) en el siglo XVI, y que han sido añadidas al rezo del Santo Rosario.
Las Letanías Lauretanas se componen de una serie de invocaciones a virgen María, son títulos de honor que los santos Padres le dieron en los primeros siglos, títulos que se inspiran especialmente en la dignidad de María, la Madre de Dios, y con lo que se desea honrarla y pedir su intercesión.
Las primeras invocaciones están dirigidas a Dios Trinidad, luego a Cristo Redentor, para explicar que de Dios nos llega todo bien y que Cristo es la fuente de toda gracia. Asimismo, dichas invocaciones a María, pueden dividirse en seis grupos: las primeras abarcan todas sus grandezas (Santa María, etc.); las segundas siguen sus atributos como Madre (Madre de Jesucristo, etc..); las terceras son un salud a María Virgen (Virgen prudentísima, etc.); las cuartas presentan las prerrogativas de nuestra Señora son representadas por imágenes o símbolos (espejo de justicia, etc.); las quintas exaltan sus relaciones con la Iglesia Militante (salud de los enfermos, etc.); y finalmente, las últimas celebran su gloria en la Iglesia triunfante (Reina de los Ángeles, Reina de los Patriarcas, Profetas, etc.).
Por último, las letanías se cierran con una triple invocación a su Divino Hijo, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, para que nos perdone, nos escuche y tenga misericordia de nosotros que tantas veces hemos pecado.
Invitamos a todos a rezar en este mes de mayo, el mes de María, las letanías lauretanas, y mirar a la Virgen, implorando que nos conceda vivir el amor y la misericordia de Dios en nuestras vidas.

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