SEMINARIO. A 750 años de su muerte: Santo Tomás de Aquino, el santo cuya sabiduría sigue guiando a la Iglesia y a la humanidad.

VIGENCIA FILOSÓFICA. Con el objetivo de crear espacios para la discusión y la formación tomista, la Coordinación de la Carrera de Educación en Filosofía y Religión, alineada al pilar de “búsqueda de la verdad” de la UCSS, organizó una rueda de ponencias los sábado 8 y 22 de junio pasados. Aquí algunos detalles de las disertaciones, gracias al Prof. David Lagos, Coordinador de dicha especialidad.

Conocido como “Doctor angélico” por la pureza de su vida y la sublimidad de su pensamiento, Santo Tomás de Aquino ha contribuido enormemente a la filosofía, a la teología y a la antropología con obras como la Suma Teológica, con una sabiduría sin tiempo y un discurso más que vigente a lo largo de la historia.

Titulando su intervención El pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Luz apacible para el pensamiento Moderno, el P. Francisco Delgado, Sacerdote diocesano licenciado/máster en Filosofía por la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino, en Roma, y en Teología por la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, comenzó recordando la tesis tomista -y clásica- de que la filosofía es “sierva de la teología” y precisó el gran conocimiento de Santo Tomás de lo mejor de la filosofía clásica, sobre todo de Aristóteles, del cual comentó sus obras, adquiriendo así un conocimiento filosófico de la realidad que le permitió explicar y fundamentar mejor la teología.

Asimismo, recordó a León XIII, Papa que indicó, en la encíclica Aeterni Patris, que la filosofía de Santo Tomás es educativa para combatir “las deformaciones” y “errores” de la Modernidad, que apuntó sintéticamente en “el empirismo, el criticismo, el panteísmo,.. el idealismo, el existencialismo, el nihilismo”.

Aunque no se centró en mostrar cómo la filosofía de Tomás combatiría directamente dichos errores, el padre Delgado pasó revisión a lo central de la filosofía tomista que pueda servir como “luz apacible para el mundo moderno” (título de la obra sobre Santo Tomás de Louis de Wohl). Así, puntualizó que la metafísica tomista “parte del ente”, a diferencia del criticismo de la Modernidad “que busca siempre hacer una crítica del conocimiento antes de empezar a conocer nada. Santo Tomás parte de un hecho, y el hecho es que conocemos las cosas y que las cosas son.” A partir de esta evidencia y de la “aprehensión de que algo es, […] captamos los primeros principios… como el de identidad, no contradicción, etc.”. De este modo, pasó revisión de todos aquellos principios metafísicos del ente, especialmente, el del acto y la potencia.

“Si recuperamos la visión del universo, -esta visión metafísica de la realidad- se superarían todos estos problemas, todos estos errores del pensamiento que lo limitan, que lo oprimen, que lo descuartizan, y que vemos sus consecuencias, incluso también, en la teología. Porque, recordemos, para Santo Tomás, la filosofía es esclava de la teología y si tenemos errores filosóficos, si vivimos en estos errores de la modernidad y no tenemos esta claridad metafísica de Santo Tomás muy posiblemente también en el razonamiento teológico seremos víctimas de estos mismos errores”, concluyó.

Por su parte, el profesor Edy Rodríguez, Magister de Artes por la Universidad de Steubenville (USA) y conductor de programas radiales y televisivos por EWTN, retomó la idea de su ponente antecesor de que el universo, en el pensamiento de Santo Tomás, “es un todo ordenado” y recordó la propuesta de Tomás sobre la “católica veritas” (“la verdad católica/completa”) en la que Tomás busca dialogar con el interlocutor en los mejores términos en los que el interlocutor puede presentar su posición, porque de esa manera permitirá rescatar lo que del interlocutor es valioso y que parece que el interlocutor entiende como alternativa a lo que Tomás llama la ´católica veritas´, la verdad según el todo”.

“Cualquier propuesta que pretenda ser un aporte, incluso una pretensión de ser ´la idea´ para la cual lo demás quedaría superado -equivocándose de esa manera- puede ser presentada de una manera que el interlocutor descubra en su propuesta algo que en efecto va muy bien con la ´verdad completa´”, apuntó.

Explicó luego los dos conceptos que marcan la ética -la ley natural y la virtud- de las cuales la primera es la norma de la segunda. Así, aludiendo a Aristóteles, explicó que la “naturaleza” es aquello a lo que es empujado un ente desde dentro como hacia aquello de lo que depende su vida, que, en el caso del hombre, es el conocimiento y, en lo cual, encuentra su plena realización (areté/virtud). De este modo, “la areté es una noción propia de la physis (naturaleza); el orden es el areté, lo que permite que todos sus elementos interactúen bien entre ellos. El areté es la buena disposición de un individuo a su naturaleza, a su capacidad de interactuar. Repasando a grandes científicos contemporáneos como Albert Einstein, Fred Hoyle y Robert Jastrow precisó el reconocimiento de la razón del orden de la naturaleza, el cual postula una inteligencia ordenadora de la cual procedería dicho orden natural y que es el fin por el cual las cosas operan.

Cabe señalar que este primer seminario contó con la presencia de una reliquia de Santo Tomás de Aquino.

La primera ponencia, El fundamento del derecho en el pensamiento de Santo Tomás frente al positivismo jurídico moderno, a cargo del Dr. Luis Gallegos, Profesor de la Facultad de Derecho de la USMP, señaló que la ley para Santo Tomás “no era el derecho en sí, sino parte del derecho. […] El derecho en sí es lo que le corresponde a cada quien. La ley, que es una norma escrita, puede a veces estar en contraposición con lo que le corresponde a cada quien. La ley en sí no es derecho.”

“Hoy en día se confunde, en el lenguaje coloquial, convencional, que hablar de ley es hablar de derecho. No necesariamente. La ley puede ser injusta y puede no atender a esta concepción del derecho que tiene Santo Tomás”, precisó.

Asimismo, indicó que estos presupuestos del derecho en Santo Tomás enmarcados en la Tradición Clásica, se olvidan en la época Moderna en la que se resalta una concepción del derecho denominada “positivismo jurídico”, el cual “postula que el derecho nace de la voluntad del legislador, libre de valoresy “pretende superar las verdades trascendentales del derecho natural”. El positivismo jurídico, señaló, establece lo justo y lo injusto en base al lenguaje.”

“La validez de la norma reposa en la estructura de la norma y el procedimiento formal. Es decir, estos dos son los elementos que le dan validez al derecho desde el punto de vista positivista: que la estructura de la norma esté debidamente elaborada (que se entienda el sentido de la norma); y el procedimiento formal, [es decir] que lo ha promulgado la autoridad competente”, remarcó.

Finalmente, el también asesor en el Congreso de la República señaló las características del positivismo jurídico. Entre ellas, señaló, está el que “la ley depende de los hechos sociales, es relativa en el espacio y el tiempo”. Esto -afirmó- “es lo peligroso y lo que sostiene hoy en día a los relativismos. ¿Por qué? [Porque] de acuerdo a la evolución, a los hechos históricos que tiene la humanidad van cambiando ciertas situaciones y, entonces, lo que importa es la experiencia, lo que nos muestra el cambio, y, en base a ese cambio es que hay que hacer las leyes.”.

“Y [la ley] es relativa en el espacio y en el tiempo. O sea, lo que valió hace dos siglos, hace dos mil años no tiene por qué valer hoy día. Por lo tanto, yo puedo adecuar la norma de acuerdo a lo que hoy día me ofrece el escenario social, criticó.

Por su parte, el Dr. José Ignacio Murillo Gómez, catedrático de la Universidad de Navarra (España), abordó el tema de la Antropología Tomista como adecuada para enfrentar los desafíos tecnológicos de la actualidad. En este sentido, indicó que en la actualidad existen desafíos como “los neuroderechos, la neuroética” y otras situaciones que Tomás de Aquino no vio. Sin embargo, Tomás de Aquino tiene mucho que decir en torno a los debates que hoy se plantean en torno a la bioética.

“En primer lugar hay que tener en cuenta que Tomás de Aquino es un teólogo que considera que sin filosofía no hay teología.” En este sentido, Tomás de Aquino es importante metodológicamente, ya que buscó lo más avanzado en el plano científico y en el plano filosófico de su tiempo y, en palabras de MacIntyre, “Tomás de Aquino se caracteriza por su capacidad de integrar tradiciones diversas, entendiéndolas desde dentro y porque ofrece una superior.”

“Tomás de Aquino integra dos tradiciones de manera ejemplar. Dos tradiciones que hasta el momento parecían casi enfrentadas. Por un lado, la tradición que venía de San Agustín; pero al mismo tiempo toma la tradición aristotélica e integra las dos. Esta es la gran aportación de Tomás de Aquino y un ejemplo. Tomás de Aquino por elevación descubre una serie de principios, de novedades que le permiten integrar de una manera armonioso dos tradiciones que parecían enfrentadas.”, apuntó.

Luego de resaltar este aporte metodológico de Tomás, pasó a revisar los conceptos principales de su pensamiento que pueden aportar a los debates bioéticos: la sustancia, la naturaleza y el alma. Con respecto al primer término (sustancia o ´ousía´ en griego), señaló que abarca muchas realidades, pero que para Aristóteles y Tomás “el prototipo de sustancia se da en los seres vivos, donde se ve con más claridad lo que es una sustancia.”.

En el ser vivo se da algo nuevo, que no se reduce a los componentes: el alma, una forma que posee unas características concretas. Estar vivo aporta algo distinto de la materia. Si tomamos la ciencia contemporánea como la única perspectiva para entender la realidad es muy fácil disolver la realidad en sus componentes, en lo químico, y perder de vista la novedad de cada ser vivo. La unidad que tiene el organismo es algo muy importante cuando nos acercamos a un ser vivo”, precisó.

Con respecto a la segunda noción, la de naturaleza, indicó que es algo más que el universo o la naturaleza física. “Los clásicos, sin embargo, usaban el término naturaleza aplicado a la naturaleza de los entes. Cada ente tiene su propia naturaleza porque es un principio de actividad peculiar y además tienen unos fines propios y esto se ve de manera eminente en los seres vivos.”.

Finalmente, abordó la última noción, la del alma. Basándose en Aristóteles, Tomás indica que el alma “es el principio de unidad, que hace que el ser vivo esté vivo y sea el que es. Ese principio se da en la materia. Esta teoría que es importante para la biología es especialmente interesante en el campo de la antropología.”.

“Hay algo en nosotros que es el intelecto (el ´nous´), que no se puede entender desde lo sensible, desde lo material. El intelecto es una realidad que pertenece al ser humano, es lo característico de los seres espirituales. Sin embargo, ¿cuál es la relación que tiene con le organismo que somos? Tomás de Aquino en esto es muy tajante: esa misma alma que anima nuestro cuerpo es también un alma intelectual; o mejor dicho, el alma espiritual e intelectual anima el cuerpo.”, acotó.

Finalmente, señaló que Tomás, “aún sosteniendo que [el alma] puede sobrevivir a la destrucción del ser humano porque es capaz de ejercer actividades que están más allá de la materia, sin embargo, se resiste a llamar persona al alma separada. En realidad la muerte es algo que destruye al ser humano aunque lo que de él perviva sea lo más importante y, por eso, no es indiferente que el alma se vuelva unir en algún momento al cuerpo.”.

“Tomás de Aquino sostiene incluso que la resurrección no es solo un artículo de fe, sino que se puede conocer por la razón. Tomás de Aquino tiene claro que el hombre es alma y cuerpo, que es alma y carne, que son principios esenciales del ser humano y que, aunque en el ser humano haya dualidades, el ser humano es unitario.”, finalizó.

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