Mes del MAESTRO en la UCSS:
tres mensajes de la Iglesia a los Educadores

Por GUADALUPE RUIZ, redacción CampUCSS

 
Cuando escuchamos la frase “las palabras no alcanzan para agradecerle por todo lo que me enseñó”, quiere decir que guardamos en nuestro interior el recuerdo maravilloso de seres humanos valiosos y entrañables que llegaron a nuestra vida y se quedaron para siempre en nuestros corazones, como lo son nuestros maestros.

Como universidad católica, es imposible no remitirnos a la Iglesia que, con sabiduría, ha inspirado a sus fieles y animado a la educación como una noble labor que nos viene de la propia imagen de Cristo, a quien sus discípulos llamaban Maestro.

Los maestros realizan un trabajo de cultivo en cada uno, dejando semillas de bien, despertando el deseo por conocer, por descubrir, por aprender; así como el anhelo por ser grandes y no tener miedo a crecer, a enfrentar los cambios y a vivir las etapas. ¿Cuántos momentos trascendentales en nuestras vidas provocaron y acompañaron nuestros educadores?

En estos días que celebramos al maestro y al profesor universitario [6 y 11 de julio], recordemos a nuestros educadores, aquellas personas que contribuyeron a la labor de nuestros padres en la formación, aquellas personas que nos enseñaron a escribir, a leer, a recitar poemas, a cantar y crear retahílas, a contar, a imaginar cuentos, a reírnos de nosotros mismos, a no tener miedo ni vergüenza, porque es lindo bailar y cantar en público, en fin, por enseñarnos a vivir la vida desde el aula.
Existen varios documentos de la Iglesia que han destacado la labor del maestro y han resaltado la educación como el acto más noble de cercanía y amor entre los seres humanos. Veamos tres de ellos:

Declaración Gravissimum Educationis sobre La Educación Cristiana (1965)
Papa Pablo VI:

“Hermosa es, por tanto, y de suma importancia la vocación de todos los que, ayudando a los padres en el cumplimiento de su deber y en nombre de la comunidad humana, desempeñan la función de educar en las escuelas. Esta vocación requiere dotes especiales de alma y de corazón, una preparación diligentísima y una facilidad constante para renovarse y adaptarse.”

Discurso a los participantes en la plenaria de la Congregación para la Educación Católica
Papa Francisco en la Sala Clementina (13 de febrero de 2014):

“Quiero limitarme a recordar los rasgos de la figura del educador y de su tarea específica. Educar es un acto de amor, es dar vida. Y el amor es exigente, pide utilizar los mejores recursos, despertar la pasión y ponerse en camino con paciencia junto a los jóvenes. En las escuelas católicas el educador debe ser, ante todo, muy competente, cualificado y, al mismo tiempo, rico en humanidad, capaz de estar en medio de los jóvenes con estilo pedagógico para promover su crecimiento humano y espiritual. Los jóvenes tienen necesidad de calidad en la enseñanza y, a la vez, de valores, no sólo enunciados sino también testimoniados. La coherencia es un factor indispensable en la educación de los jóvenes. Coherencia. No se puede hacer crecer, no se puede educar sin coherencia: coherencia, testimonio.”

Encíclica Caritas in Veritate, de Benedicto XVI (2009):

“Sin Dios el hombre no sabe a dónde ir ni tampoco logra entender quién es. Ante los grandes problemas del desarrollo de los pueblos, que nos impulsan casi al desasosiego y al abatimiento, viene en nuestro auxilio la palabra de Jesucristo, que nos hace saber: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Y nos anima: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo» (Mt 28,20).”

 
La UCSS, fiel a la advocación de ser la Casa de la Sabiduría, extiende el saludo por el mes del maestro a sus docentes, profesionales y futuros educadores quienes, día a día, viven con pasión y entusiasmo la noble tarea de sembrar el futuro del país.
 

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