Una mirada desde la academia hacia prácticas económicas que priorizan la justicia social y la sostenibilidad.
Por: Jhanely Dávila Rivera

Hoy en día, los productos que consumimos cotidianamente recorren una compleja cadena de procesos que involucra a numerosos actores. Desde la recolección de materias primas esenciales para la producción, pasando por los agentes encargados de la fabricación, los intermediarios responsables del transporte, almacenamiento y publicidad, hasta llegar finalmente al vendedor. Este sistema incrementa progresivamente el costo del bien final. No obstante, dicho proceso no siempre es equitativo, ya que los beneficios generados suelen concentrarse en los eslabones finales de la cadena, dejando desprotegidos a los actores iniciales, quienes a menudo reciben una retribución desproporcionada frente al esfuerzo invertido.
Dado el entorno, el comercio justo se presenta como un enfoque que promueve la equidad en las relaciones comerciales, garantizando una distribución justa de los beneficios entre todos los participantes, en especial los proveedores de materias primas. En la región San Martín, esta práctica representa una oportunidad significativa para mejorar las condiciones de vida de los pequeños productores y trabajadores agrícolas, en sectores clave como el café, cacao y arroz, entre otros cultivos de relevancia económica.
Zonas como Nueva Cajamarca, Chulucanas, Atalaya y Huara – Santa María, donde la Universidad tiene presencia activa a través de sus filiales, el comercio justo representa no solo una alternativa económica, sino una estrategia de desarrollo territorial sostenible. En San Martín, por ejemplo, la producción de cacao y café bajo certificaciones de comercio justo ha permitido a muchas familias campesinas acceder a mercados internacionales, mejorar sus ingresos y fortalecer sus organizaciones locales. Chulucanas, con su tradicional producción de limón, abre oportunidades para consolidar cadenas de valor que reconozcan el trabajo del pequeño productor.
En Atalaya, región amazónica de alta biodiversidad, el enfoque de comercio justo puede contribuir a prácticas productivas responsables con el entorno, integrando saberes ancestrales. Y en Huara – Santa María, con una fuerte actividad agroindustrial, el comercio justo puede ser clave para impulsar una economía más inclusiva que reconozca los derechos laborales y promueva el consumo responsable. Cada uno de los territorios donde se encuentra la UCSS ofrece un laboratorio vivo para que la Universidad articule investigación, formación y acción comunitaria al servicio de un modelo económico más justo.
En este sentido, la Universidad desempeña un rol estratégico. Las carreras profesionales de la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales (FCEC) tienen la responsabilidad de formar a jóvenes conscientes y capacitados para fomentar prácticas comerciales éticas, justas y sostenibles. La formación académica busca desarrollar competencias para analizar y evaluar la cadena de suministros, identificar oportunidades de mejora y diseñar estrategias que impulsen el comercio justo en la región.
Además, a través de la investigación y el trabajo con las comunidades, la Universidad busca profundizar en este enfoque y contribuir activamente no solo al bienestar de los productores locales, sino también a la construcción de un modelo de comercio más solidario y responsable para todos. Todo ello, bajo el principio de “Pensar globalmente, actuar localmente” (Think global, act local).
Sobre el autor:
La docente investigadora, Jhanely Dávila Rivera, es Coordinadora del Departamento de Investigación de la Filial Rioja: Nueva Cajamarca de la Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS).


También te puede interesar: