Redacción CampUCSS
Pese a que fuimos de los primeros países en tomar medidas de confinamiento e implementar paquetes de asistencia para empresas y ciudadanos vulnerables, las consecuencias revelan que no hubo una estrategia ceñida a la realidad.
La inversión pública cayó 9%, solo en Lima Metropolitana se perdieron más de 1.1 millones de puestos de trabajo y el déficit fiscal alcanzó un nivel próximo al 10% del Producto Bruto Interno (PBI). Tal vez, de los errores clave del gobierno de Vizcarra desde el inicio fue obviar aspectos de nuestra realidad nacional tan trascendentales como los asentamientos humanos, conformados por viviendas pequeñas hacinadas y sin servicios básicos; la inmensa informalidad del empleo y los pequeños negocios, poco bancarizados y sin ahorros, y la poca confiabilidad de los registros y bases de datos de personas vulnerables. Esto último, generó aglomeraciones en bancos por la desinformación y la extensa burocracia para cobrar los bonos.
Las cuarentenas más efectivas van de la mano con acciones de identificación y cerco de los focos de población infectada. Luego de meses de estudiar las zonas de más contagios, habrían podido optimizar su tratamiento y restringir la movilidad en estos puntos específicos. Esto habría permitido adelantar el inicio de operaciones de empresas y servicios.
¿Las cuarentenas no resultan?
Por esto las cuarentenas son medidas extremas e impopulares, porque, al menos en Perú, parece que perdemos más de lo que ganamos. No supieron establecer focos infecciosos para cercar la propagación del virus porque implica un despliegue de recursos y una dirección apropiada: desde disponer de pruebas moleculares, medicamentos, alimentos, agua, saneamiento, hasta entretenimiento en estas zonas para que las inmovilizaciones sean efectivas.
Cometer estos errores en el país de la informalidad laboral y millones de pobres presionados a salir porque viven del día a día, terminaron por satanizar el confinamiento generalizado, tan útil según especialistas en salud pública de todo el mundo.
Sin estabilidad política ni social, no hay economía
Muchos de los retrasos para iniciar o continuar proyectos de inversión, incompetencias para solucionar averías de logística o no brindar permisos a tiempo, son atribuibles a la gestión del gobierno, o sea, al Ejecutivo.
Ahora bien, es innegable el sesgo populista de algunas medidas dictadas por el congreso. Ciertamente afectaron distintos sectores económicos generando incertidumbre e inestabilidad. Como eliminar la Ley de Promoción Agraria y llevar al sector agroindustrial hacia el Régimen General de la Actividad Privada. Esto desincentiva la contratación formal. Pudiendo, más bien, atender las demandas sociales de eliminación de las services, incremento de la remuneración diaria y estabilidad laboral mediante la negociación y el fortalecimiento de la SUNAFIL.
Otra medida populista fue la normativa que define límites a las tasas de interés del sistema financiero, así como regular comisiones y gastos cobrados por las entidades financieras, en vez de diseñar mecanismos para mejorar la fiscalización de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) y a través de ella a las entidades financieras a efectos de garantizar condiciones de competencia.
Pero si algo afectó la estabilidad del erario público, e indirectamente a las inversiones, fue permitir la devolución de aportes a la Oficina de Normalización Provisional (ONP). De acuerdo al gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE), Diego Macera, esta norma costaría al tesoro público más de 15,000 millones de soles (que representan más de dos puntos del PBI). Lo más conveniente, y menos oneroso, es diseñar mecanismos de ayuda a partir de las bases de poblaciones vulnerables, parecida a la logística con los bonos.
Un período de elecciones siempre enfría el escenario económico, fundamentalmente porque los planes de inversiones se postergan esperando que se definan o confirmen las reglas de juego. Pero, con una crisis sanitaria y política, que nos ha derivado a tener dos gobiernos de transición, todo se complica. El índice compuesto de expectativas empresariales del Banco Central de Reserva lo confirma.
En su medición de diciembre, muestra expectativas negativas a tres meses en la medición del promedio de indicadores de demanda, inversión, niveles de venta, órdenes de compra y contratación de personal.
Producir optimizando la movilidad y sin aglomeraciones
Definitivamente en la mayoría de sectores, se produce más y mejor en el lugar de trabajo con los insumos. Entonces es necesario minimizar los desplazamientos en el transporte público para evitar aglomeraciones. En ese sentido, es vital, por ejemplo, atender el problema en los paraderos del Metropolitano y el Tren Eléctrico, repensar sus procesos y definir bajo consideraciones de costo – beneficio la prioridad y los ajustes.
En Perú, las grandes empresas generadoras de empleo son identificables, el Ejecutivo podría concertar con ellas turnos de trabajo, factibilidad de un transporte para el personal, empleos con internamiento. Incluso podría ser una posibilidad que las empresas compren las vacunas para sus empleados y estabilicen su productividad.
A partir de octubre pasado, luego de haber alcanzado cifras trágicas de muertes, y como consecuencia de las fases 3 y 4 de la reactivación, inician sus operaciones las actividades económicas de mayor aglomeración pero respetando restricciones de aforo y protocolos de bioseguridad. Así, recién por el último trimestre del 2020 hubo una importante recuperación del empleo y de la economía en general. Tal vez esa sea la vía más factible para recuperarnos de esta crisis.