Esta semana se conmemora el nacimiento del genio italiano que hizo del Perú su segunda casa y aportó su talento a la música local.
Teresa Rubino, Universidad de Bari, Italia.
Rebagliati es conocido por haber oficializado el Himno Nacional del Perú, escrito originalmente por el poeta iqueño Don José De La Torre Ugarte y con música de Don José Bernando Alcedo, en 1821. Efectivamente, el mismo Alcedo, a la edad de 76 años, a su retorno de Chile, se dio cuenta que las palabras y la música del himno habían sido viciadas por el tiempo y la gente, así que pidió al joven Rebagliati restaurar el himno, con el propósito de crear una versión oficial. El joven compositor empezó a trabajar a la revisión del himno en 1869. En su versión es evidente la influencia de los compositores europeos de mitad del siglo XIX, en particular de Giuseppe Verdi. Los instrumentos utilizados por el italiano fueron dos saxofones, un bombardón, un oboe, una flauta, un ambo y un tambor militar. Faltarían solo los timbales tradicionales y el acompañamiento de platillos. Hoy en día ya no se emplea la versión de Rebagliati, sino la elaborada por el músico austriaco Leopold Weninger, en 1936, realizada a petición del presidente Oscar R. Benavides, con ocasión de los juegos olímpicos de Berlín.
Rebagliati interpretó un papel fundamental en la difusión de la música clásica en Lima, de hecho estrenó obras de Franz Joseph Haydn, Ludwig van Beethoven, Carl Maria von Weber, Franz Schubert, Felix Mendelssohn, entre los más populares.
El músico italiano, posteriormente nacionalizado peruano, además de ser un compositor y violinista excelente, merece ser recordado, sobre todo, por la profunda admiración que tenía por la tradición popular del Perú. En este sentido, debe considerarse el “Album Sudamericano, colección de bailes y cantos populares corregidos y arreglados para piano”. Una obra de 22 piezas: trece zamacuecas, cinco yaravíes, dos tonadas chilenas, una cashua y un baile arequipeño. Según el mismo autor, una publicación “dirigida a conservar de forma correcta temas que el tiempo haría olvidar seguramente para siempre”. Del mismo modo, realizó “28 de Julio en Lima”, en 1868, una de sus composiciones más elogiadas, ya que adapta los aires y los pregones más conocidos al estilo orquesta.
Entre las otras obras del maestro se encuentran la obertura “Primicias”, la “Marcha del 1875”, el vals “Raquel”, la zarzuela “Lima de mis abuelos”, “Misa solemnis para solistas” y la “Misa de Requiem”, a la memoria de Francisco Bolognesi, el héroe de la Batalla de Arica.