La docencia del futuro requiere integrar la IA con responsabilidad, creatividad y un profundo sentido ético.
Por: Dra. Norma Velásquez

El 29 de mayo de 2025, participé como ponente en el Seminario Internacional “Docencia del Siglo XXI: Inteligencia Artificial como eje transformador”, organizado por la Universidad Privada de Tacna, la Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS) y Americana Institución Universitaria de Colombia. En ese espacio académico, presenté la ponencia titulada “10 errores críticos en el uso de la inteligencia artificial en la educación superior”, una reflexión basada en la experiencia docente y en los nuevos desafíos que plantea la integración de tecnologías inteligentes en el aula universitaria.
La inteligencia artificial (IA) ya no es una promesa futurista en la educación superior: es una realidad presente que transforma silenciosamente la forma en que estudiantes y docentes aprenden, producen, evalúan e investigan. Herramientas como ChatGPT, Grammarly, Gemini, Elicit, Research Rabbit, Paper Maps, Canva Magic Write, Scite o Perplexity están siendo utilizadas cotidianamente para redactar informes, generar ideas, procesar información académica y automatizar tareas. Sin embargo, esta irrupción tecnológica también plantea importantes desafíos éticos, pedagógicos y formativos que requieren una mirada crítica desde la universidad.
Durante mi ponencia, compartí una reflexión centrada en los diez errores más comunes en el uso de la inteligencia artificial en la educación superior, que afectan directamente la calidad del aprendizaje y la integridad académica:
- Copiar y pegar sin evaluar: Muchos estudiantes (y algunos docentes) replican el contenido generado por IA sin verificar su pertinencia, precisión ni coherencia, lo que conduce al plagio, la pérdida de autenticidad y la desconexión del objetivo formativo.
- Citar información no verificable: Se utilizan fuentes falsas o no rastreables (como papers inexistentes o sin DOI), generando desinformación y debilitando la credibilidad académica.
- Usar la IA sin un objetivo claro: Algunos docentes emplean herramientas de IA sin una intención pedagógica definida, resultando en materiales irrelevantes o descontextualizados.
- Confiar ciegamente en respuestas sin fuente: Estudiantes y docentes asumen como válidas las respuestas generadas por IA sin contrastarlas con fuentes reales, reproduciendo errores o sesgos.
- Redactar sin revisión crítica: Se entregan textos generados por IA sin revisión ni reflexión personal, lo que genera trabajos superficiales, incoherentes o vacíos de argumentación.
- Delegar el análisis a la IA: En especial en tesis y trabajos de investigación, se emplea la IA para interpretar resultados o formular conclusiones, sustituyendo el pensamiento propio por una dependencia tecnológica.
- No enseñar el uso ético de la IA: La falta de orientación institucional sobre los límites y responsabilidades del uso de IA genera comportamientos irresponsables y la normalización del plagio.
- Usar la IA sin contextualizar localmente: Se aplican respuestas genéricas que no consideran la realidad cultural, territorial o disciplinar del entorno, provocando desconexión con el contexto local.
- No citar el uso de la IA en trabajos académicos: La omisión de la autoría tecnológica impide la transparencia y puede derivar en sanciones por infracción ética.
- Falta de formación docente frente al uso de IA: Muchos docentes no están preparados para integrar la IA de manera crítica y pedagógica, lo que limita su potencial educativo.
Lejos de rechazar la IA, el reto es integrarla pedagógicamente: incorporarla en los sílabos, diseñar rúbricas que valoren procesos reflexivos, enseñar a verificar fuentes científicas reales (como Scopus o Web of Science) y usar herramientas como VOSviewer para mapear temáticas emergentes en investigaciones formativas.
Nuestro rol docente debe transformarse: de transmisores de contenido a guías del pensamiento crítico; de evaluadores de productos a facilitadores de procesos; de guardianes del conocimiento a promotores del juicio ético. Porque en un mundo saturado de datos y automatismos, enseñar a formular buenas preguntas, analizar contextos y actuar con responsabilidad es más urgente que nunca. La IA no vino a reemplazar al docente, vino a retarnos. En este sentido, estamos encaminados a realizar una docencia con propósito y a usar la tecnología con ética. Ese es el camino.
Sobre el autor:
La Dra. Norma Constanza Velásquez Rodríguez es Jefe del Departamento de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales (FCEC) de la Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS).

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