Por el Día del MAESTRO
El día 6 de julio de 1822 se establece en Lima La Escuela Normal del Perú, por mandato del Libertador Don José de San Martín. El fin era preparar, para ejercer la enseñanza, al profesional que formaría a los futuros ciudadanos de la Patria. Hasta entonces los religiosos habían estado encargados de dirigir la educación en el país. Ahora se trataba de que la patria educaría al ciudadano libre, pero con civiles profesionalmente formados en la ciencia de la pedagogía.
Desde entonces la fecha de conmemoración a la ilustre labor de enseñar a escolares se transformó de una fecha para alagar al profesor (entonces llamado Normalista), en una efeméride dedicada al reconocimiento, que era ir más allá de justificar su trabajo educativo.
Durante algún tiempo se llamó el día del Profesor, pero viendo su labor formativa y sacrificada, se le denominó el día del Maestro. Esto es, hubo un reconocimiento merecido para quien forma personas, modela conductas, promueve paradigmas humanos y enseña con actitudes. De este modo se consolidó que el aprendizaje de conocimientos es una parte de la formación del educando. Significa que el Maestro no es aquel que solo toma exámenes, corrige pruebas, dicta clases, sino quien tiene atributos de guía, ayuda a consolidar virtudes y hace de su profesión un apostolado. Muchas veces tan poco reconocido por políticos, con baja atención a los problemas educativos de los ciudadanos, los economistas con presupuestos bajos para inversión en infraestructura escolar, periodistas que pocas veces resaltan una labor escolarizada y padres de familia que olvidan el esfuerzo de un anónimo maestro de escuela.
Por eso en este momento va mi reconocimiento y agradecimiento: a la profesora de aula que con su amor ayuda al niño, al maestro humilde de la escuela, como José Encinas, que desde la puna llegó hasta dirigir una Universidad y un escaño del Parlamento, y la viva imagen de Andrés Aziani que dejó, con su vocación de Maestro, su amada Italia y cooperó en la fundación de la Universidad Católica Sedes Sapientae, dejando una aureola de santidad y amor al prójimo.
César Cortez Mondragón
Un gran saludo a todos los maestros, en especial a los que con vocación han enseñado el camino de la vida que muchos de padres niegan… valorable artículo, felicidades.
Estupendo, maestro César Cortez. Gracias por recordar nuestra bella y necesaria como nunca vocación de educar. Muy feliz día