Rosario Mazzeo en Lima
Desde el 18 de julio hasta el 30 de agosto, el profesor Rosario Mazzeo ha estado en Perú visitando Lima, Atalaya (Ucayali) y Nueva Cajamarca (San Martín). El trabajo que ha tenido ha sido no solo compartir su experiencia como director y docente, sino también conocer más la realidad educativa peruana que ha cambiado desde su última visita en 2008.
Rosario no se ha presentado como “el gran especialista extranjero” dispuesto a “solucionar” los problemas existentes, ha sido sobre todo un docente que ha venido a enseñar y a aprender: enseñar, orientando desde su práctica a los colegas que asistieron a sus exposiciones; aprender de todo lo que sus colegas le compartían a manera de preguntas y comentarios sobre todo en el Seminario Internacional Educación: el fruto de un encuentro.
DIFERENCIAS VITALES
¿Qué es lo que diferenció a Rosario Mazzeo de otras charlas de su tipo? Lo esencial ha sido la mirada del especialista sobre el actuar docente, no limitado por una técnica o una estrategia, sino dispuesto a recuperar y mostrar lo esencial de la enseñanza desde una perspectiva antropológica y realista. En ese sentido sus exposiciones han recuperado lo expuesto en su libro recientemente editado en español por la editorial Encuentro Enseñar ¿misión imposible? a partir de dos puntos: la metodología del aprendizaje y la evaluación.
El trabajo en aula: una mirada sobre el estudiante
En sus primeras exposiciones, Mazzeo ha hecho hincapié en que el docente debe convertir las horas de clase en horas de trabajo activo; esto solo es posible si se motiva al alumno, no con dinámicas, sino apuntando al trabajo conjunto que responda a unas inquietudes que el alumno debe tener, los famosos “¿Por qué?”. Sin estas interrogantes, sin esa curiosidad, todo trabajo siempre será un cumplir que tarde o temprano aterrizará en el aburrimiento. La hora de clase se convierte así en un espacio de trabajo real, profundo y efectivo donde el alumno siente y evidencia que sus preguntas son respondidas, que la realidad tiene que ver con lo que le están enseñando y que el docente es realmente una compañía que quiere ayudarlo en ese trabajo antes que un juez o policía del conocimiento. Tal vez la frase que más resuma esta postura vital sea lo que escribió Albert Camus sobre su maestro Germain, cuando señalaba que en sus clases se sentía que eran “dignos de descubrir el mundo”, frase que recuperó Mazzeo en su exposición. El recuerdo y experiencia de Camus lo llevó a escribirle una carta de agradecimiento a ese profesor suyo apenas ganó el Nobel de literatura en 1957.
¿Y cómo evalúo?
Otro de los temas que el profesor Mazzeo trabajó con los asistentes fue sobre la evaluación, exposición que tituló: “El arte de evaluar: aprender de los errores”, donde mostró una forma de ver los errores de los alumnos, errores bien definidos en su tipo y forma (no todos pueden ser aprovechados) y que el docente atento puede trabajar y recuperar sin hundir al alumno en esa frustración que muchas veces corta el trabajo y los logros alcanzados. Distinciones entre evaluar y verificar, corrección y juicio, tarea y ejercicio ayudaron a los asistentes a repensar el cómo evalúan a sus alumnos.
En ese sentido, una pregunta importante nació de una docente participante: “¿Es recomendable evaluar a los alumnos de primaria, en el sentido de que se acostumbra llenarlos de tareas para mostrar a los padres que realmente se trabaja? Esto porque cuando no hay mucha tarea el padre de familia piensa que en el colegio no se trabaja”. Mazzeo respondió desde su experiencia: en el colegio que dirige, y donde también enseña, las tareas que se dejan para la casa no deben pasar de una hora y media o dos en su conjunto (todos los cursos). Esto porque la hora de clase es la hora donde se debe trabajar realmente y porque las evaluaciones que se dejan a los alumnos son revisadas y entregadas a tiempo y dentro de un proyecto de trabajo que el alumno conoce. Aparte que en el colegio Aurora los padres están incluidos en el trabajo de la enseñanza del estudiante, es una COMUNIDAD educativa la que rodea al estudiante, no solo las 4 paredes del colegio o aula. Las numerosas evaluaciones dejadas solo por cumplir un programa o por quedar bien con los padres son inútiles.
Como vemos, la visita de Mazzeo ha ayudado mucho a los docentes a repensar y reorientar su trabajo, recuperar esa mirada profunda, humana y realista que en ocasiones se pierde por la rutina, las limitaciones y los problemas administrativos, sociales y que rodean a la escuela. Propuestas como la de Rosario ayudan a que el docente se libere de ataduras estratégicas y permita ejercer su creatividad, ingenio y libertad en pos de un trabajo ordenado, efectivo y crítico donde alumnos y sus padres participan en este hermoso riesgo que es educar.
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