Locura de Amor

07/18/12

Después de la semana de Vallejo en la universidad y el conversatorio sobre este autor para los estudiantes, quedé con una especie de sensación de vacío y frialdad, pasé días sintiendo que tal vez era yo la que carecía de recursos para enfrentar a este autor, sin embargo, volvió a mí aquella imagen del profesor Miguel Ángel Malpartida leyendo poemas tan apasionadamente como si fueran propios, o como si un amigo le hubiese permitido revelar tan íntimos secretos que sin ser yo su alumna solo deseaba entrar a su clase para escucharlo, no dejé de pensar todo el tiempo en una cita de Shakespeare que se había apoderado de mi de una manera un tanto abrumadora cargada de una emoción reveladora «si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado».

Analicé la situación preguntándome una y otra vez «¿será que ella no lo ha amado verdaderamente?», lo que me hizo revalidar algo que aprendí el ciclo pasado en el curso de literatura pero que había experimentado en carne propia a los catorce años cuando llegué a Lima a una escuela donde no tuve la oportunidad de hacer amigos y el castigo mas frecuente de los docentes era “obligar a los estudiantes a leer”, empecé leyendo un capítulo de La Fierecilla domada según la profesora había un mensaje muy claro para mí inmerso en cualquiera de las páginas de ese libro. Sin embargo, después de leerlo nunca me detuve, y es que Shakespeare logró llenar el vacío y el dolor por la ausencia de todo lo que antes había amado convirtiéndose en “el amigo” incondicional que me acompañaría durante mi estadía en esa especie de cárcel con fachada de escuela a la que había llegado, me enamoré como él, sufrí como él, reí y soñé. Shakespeare llegó a mí con el encanto con el que llega el primer amor, casi sin avisar, sutil y convincente, dispuesto a todo y yo me enamoré de ese ser humano capaz de trascender en el tiempo y encontrarse conmigo justo cuando más lo necesitaba, «La palabra tiene sabor a hombre y los encuentros que la palabra solicita se dan entre hombre y hombre, tanto más profundos cuanto más el poeta implica su más auténtica naturaleza de hombre y cuanto más el lector responde a su propuesta con el ánimo disponible» esta cita arde fervorosa en lo hondo de mi alma y ratifica el más profundo sentido de la literatura como un encuentro, ya que la manera más cautivadora que tiene esta es su sentido humano acompañado de simplicidad, belleza y sensibilidad lo que la hace accesible a todos sin enmascaramientos ni exclusividades.

La primera vez que leí un libro no fui tocada por el análisis literario lleno de tecnicismos, si no por lo que ante mis ojos se revelaba como una puerta hacia algo que parecía ser el reflejo de mis propios sentimientos. Tengo la plena seguridad de que es más fácil llegar a los estudiantes con una invitación personal, gentil, llena del calor humano que trae consigo el gesto de decirle a alguien: “Mira esta es la razón de mi asombro y hoy la comparto contigo, tómala entre tus manos y hazla tuya así como yo lo hice”, esta es una verdadera locura de amor.

JENNIFER ASPAUZA GARCÍA

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