En la muerte de Joaquín Martínez Valls

 

En la muerte de Joaquín Martínez Valls
 
Oración
 

Joaquín te sirvió, Señor, y fue probado por Ti.
En tu misericordia, lo colmaste de dones. Lo llenaste de inteligencia, de honestidad, de prudencia y de fecundidad.
Y encontró, siempre encontró, a quien ayudar. No huyó de los pobres, de sus hermanos.
Es difícil no escapar. Porque es difícil verte en ellos, es difícil ver que Tú estás mirando qué hacemos con tus hijos.
Él te veía detrás de cada uno. Por eso siempre nos ayudó. Él mismo era un instrumento tuyo, con su palabra, con su fe, con su ejemplo.
Pero Tú, en tu misma misericordia, lo probaste con el dolor, con el confinamiento y con la soledad. Ahí tu cercanía se hizo más evidente, más profunda, y su entrega más honda y más grande.
Porque una persona como él, siempre activa, tuvo que sentir una sensación de inutilidad cuando ya no podía salir de los pequeños márgenes de una habitación, en una ciudad grande, entre otros enfermos, cuando estaba limitado por las estrechas fronteras de su silla de ruedas, sin fuerzas propias, a merced de persona ajenas y de la caridad de los fieles amigos, y sin conocer directamente el amor y las oraciones de los de lejos, de esos que oraban por él ante Ti y ante la Madre.
Finalmente, después de su purificación, lo llamaste.
Dale el descanso, tu alegría, dile que nos recuerde, que nos recuerde, a Ti, que nunca nos olvidas, ante Ti, que vele por nosotros como lo hizo antes, pero ahora con todo tu amor que se le ha contagiado, con tu luz y tu poder.
Perdona sus pobres pecados, porque es tu hijo, y te amó y te sirvió, y porque Tú amas a los pobres, y él es un pobre delante de Ti.
Y ten compasión de nosotros que seguimos su mismo camino y que esperamos abrazarle, contigo, un día.
Amén.

 

P. César Antonio Buendia Romero