Post de prueba

01/06/12

Si bien la aparición de los ordenadores revolucionó el diseño gráfico, existe en la actualidad un grupo de diseñadores que se ha propuesto una vuelta a las raíces del diseño; en un intento de mayor acercamiento a la artesanía y al arte.

Volver, en cierto modo, la vista atrás; no supone la negación del uso y beneficios de los recursos digitales. La clave reside en la utilización del software digital como una herramienta más, pero sin que por ello se vea limitada la creatividad y la originalidad, la capacidad de experimentar con nuevos materiales y técnicas, etc.
Se trata éste de un diseño orgánico, manual, en el que texturas e imperfecciones conviven con la infalibilidad de las computadoras.

Si tratamos de poner una fecha concreta al inicio de este fenómeno, puede que el primer nombre que se nos venga a la cabeza sea el de Kyle Cooper y sus imitados títulos de crédito para Seven, o el de Stefan Sagmeister y la invitación para su conferencia en la sede AIGA en Detroit. Los datos del evento habían sido marcados con un bisturí en el torso del propio Sagmeister quien, tras ello, se había hecho fotografiar con una caja de tiritas en su mano izquierda.

Aunque no todos los trabajos de este austriaco siguen una línea tan extrema; cabe destacar en su portafolio, junto a cubiertas de discos para Lou Reed o David Byrne, una tipografía construida con pelos púbicos, ejemplo de diseño 100% natural.

Con estas propuestas Cooper, Sagmeister y otros colegas como Paul Elliman, Peter Miles o Graham Rawle, exploraban una senda en la que, tanto por la estética como por la actitud, el diseño se acercaba, sino al arte, a la artesanía. Se puede definir como una especie de renacimiento del movimiento arts & crafts de finales del XIX.

Plastic Kid es el seudónimo del danés Jakob Printzlau, que aboga por lo artesanal, e incluso por lo imperfecto, como reivindicación de la dimensión artística del diseño: «intento que mi trabajo parezca menos digital, porque odio que todo sea demasiado perfecto. Habrá gente en desacuerdo pero, en mi opinión, el trabajo digital está más relacionado con la producción y el consumo de masas, cosa que no sucede con los trabajos hechos a mano, tal vez porque hay un elemento artístico en ello».

De la misma opinión son los integrantes de La Camorra, joven estudio madrileño formado por Ángel F. Herrera y Aníbal Hernández de la Fuente, con trabajos como los del Elástico Club (elaborados con materiales que se estiran en referencia al nombre de la sala); los flyers del Ocho y Medio con su indiscutible predominio del collage; o sus carteles para conciertos de Wau y los Arrrghs!!! Y Juanita y los Feos.

Es destacablela obra de profesionales como el Premio Nacional de Diseño Isidro Ferrer (pionero en este tipo de diseño orgánico en España y autor de trabajos tan sorprendentes como El libro de las preguntas, de Neruda) o a la del diseñador valenciano Pepe Gimeno, autor de la famosa Grafía callada, una especie de tipografía realizada con restos que el mar vomita a diario sobre la arena y que recibió el premio del Type Directors Club.

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