Sacerdote docente de la UCSS presente en el Encuentro Mundial de las Familias en Irlanda

El P. Dr. Juan Antonio Nureña, autor del Fondo Editorial UCSS y docente de nuestra casa de estudios, tuvo la oportunidad de asistir al Encuentro Mundial de las Familias realizado en Dublín (Irlanda). Dicho evento se llevó a cabo del 21 al 26 de agosto. Este acontecimiento tan importante para la Iglesia dejó diversas impresiones en el autor, las mismas que tuvo a bien reunir en un breve texto. A continuación, dejamos su testimonio acerca de los días vividos en este encuentro que hace poco más de una semana albergó a familias, laicos y consagrados católicos en compañía del papa Francisco.

Quisiera compartir con ustedes, amigos, algo de las experiencias en este hermoso Encuentro Mundial de las Familias en Dublín (Irlanda), el cual llevó como título “La Buena noticia de la Familia para el mundo”. Como se sabe, dicho lema se basó en la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia. Sobre el amor en la familia.

Enviado a Irlanda por el obispo de Carabayllo, Mons. Lino Panizza, acompañé a una delegación del Instituto de la Familia Berit, fundado por el Instituto Secular “Cruzadas de Santa Maria”. Junto con otro sacerdote peruano, el P. Arturo Alcos, nos encargamos de acompañar, brindar los sacramentos de la confesión y la eucaristía, así como de impartir catequesis a los hijos pequeños de familias provenientes de siete países (México, Colombia, Perú, Chile, España, Alemania y Eslovaquia). Días hermosos y de mucho calor (familiar). Era hermoso ver a la delegación española tan numerosa y con muchos hijos que daban color primaveral a las calles (salía el arco iris casi todos los días después de las fuertes lluvias y sol). El encuentro tuvo numerosas ponencias, más de 50 en casi 4 días, de mañana y tarde, en el Royal Dublin Society (RDS), sede del congreso y el principal complejo para eventos en Irlanda. Finalizamos con la celebración eucarística en el arena familiar.

1. Festival de las familias en el estadio Croke Park (sábado 25 de agosto)

En este estadio, sede principal de la mayor organización deportiva y cultural de Irlanda, participaron unas 100 000 personas. El evento estuvo lleno de música, canto, danza irlandesa de muchas escuelas, pero, sobre todo, de testimonios de familias sobre cómo Dios las sostuvo al nutrirlas con esperanza y amor durante los momentos más difíciles y trascendentales de sus vidas. Junto al tema de la familia, se habló también del medio ambiente, la guerra (Siria), la migración, la paz y el amor en todo el mundo.

2. La santa Misa en el Parque Phoenix

El papa Francisco, presidió la celebración eucarística en el Parque Phoenix, uno de los parques urbanos más grandes de Europa. Consta de más de 700 hectáreas situadas en 3 kilómetros al noroeste del centro de Dublín. En el sagrario se apreciaba la cruz papal, que conmemora la histórica misa del papa san Juan Pablo II el 29 de septiembre del 1979. El video de aquella ocasión fue trasmitido después de la celebración eucarística para todos los fieles asistentes. Participamos, en medio de una mañana muy fría y lluviosa, un promedio de 300 000 personas, según mencionaron los medios católicos de Irlanda. Mons. Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, hizo alusión a esta cruz en sus palabras de bienvenida al Sumo Pontífice. Le manifestó al inicio de la Misa que esta cruz es un símbolo para Irlanda, para la Iglesia irlandesa.

En la homilía, el Papa Francisco, hablando en italiano, nos recordó a san Pablo al decirnos que “el matrimonio es una participación en el misterio de la fidelidad eterna de Cristo a su esposa, la Iglesia”. Pero esta enseñanza, afirmó, aunque magnífica, tal vez pueda parecerle a alguno una “palabra dura”. “Porque vivir en el amor, como Cristo nos ha amado, supone la imitación de su propio sacrificio, implica morir a nosotros mismos para renacer a un amor más grande y duradero. Solo ese amor puede salvar el mundo de la esclavitud del pecado, del egoísmo, de la codicia y de la indiferencia hacia las necesidades de los menos afortunados”.

“Jesucristo, a través del testimonio de las familias cristianas tiene el poder, en cada generación, de derribar las barreras para reconciliar al mundo con Dios y hacer de nosotros lo que desde siempre estamos destinados a ser: una única familia humana que vive junta en la justicia, la santidad y la paz, la tarea de dar testimonio de esta Buena Noticia no es fácil. Sin embargo, los desafíos que los cristianos de hoy tienen delante no son, a su manera, más difíciles de los que debieron afrontar los primeros misioneros irlandeses”.

El camino para ser testimonios fieles a Cristo no es fácil, habrá “siempre quien se opondrá a la Buena Noticia, que ‘murmurará’ contra sus ‘palabras duras’”. Pero no debemos “dejarnos influenciar o desanimar jamás ante la mirada fría de la indiferencia o los vientos borrascosos de la hostilidad”. Pero también, afirmó el Papa, “reconozcamos humildemente que, si somos honestos con nosotros mismos, también nosotros podemos encontrar duras las enseñanzas de Jesús. Qué difícil es perdonar siempre a quienes nos hiere”.

“Qué desafiante es acoger siempre al emigrante y al extranjero. Qué doloroso es soportar la desilusión, el rechazo o la traición. Qué incómodo es proteger los derechos de los más frágiles, de los que aún no han nacido o de los más ancianos, que parece que obstaculizan nuestro sentido de libertad. Sin embargo, es justamente en esas circunstancias en las que el Señor nos pregunta: ‘¿También vosotros os queréis marchar?’. Con la fuerza del Espíritu que nos anima y con el Señor siempre a nuestro lado, podemos responder como lo hizo el pueblo de Israel: ‘También nosotros serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro Dios!’”.

Todos los cristianos, con los sacramentos del bautismo y la confirmación, somos enviados para ser misioneros, como un “discípulo misionero”. “Toda la Iglesia en su conjunto [dijo el Papa] está llamada a ‘salir’ para llevar las palabras de vida eterna a las periferias del mundo. Que nuestra celebración de hoy pueda confirmar a cada uno de vosotros, padres y abuelos, niños y jóvenes, hombres y mujeres, religiosos y religiosas, contemplativos y misioneros, diáconos y sacerdotes, para compartir la alegría del Evangelio. Que podáis compartir el Evangelio de la familia como alegría para el mundo”.

El Papa recordó que es bueno que nos detengamos un momento para considerar la fuente de todo lo bueno que hemos recibido. Las palabras de Jesús, consideradas “duras” por sus discípulos, son como les respondió Jesús: “Las palabras que os he dicho son espíritu y vida”. El Santo Padre explicó a las familias que estas palabras indican la fuente última de todo el bien que las familias experimentaron y celebraron allí en esos días, es decir, “el Espíritu de Dios, que sopla constantemente vida nueva en el mundo, en los corazones, en las familias, en los hogares y en las parroquias”.

“Cada nuevo día en la vida de nuestras familias y cada nueva generación trae consigo la promesa de un nuevo Pentecostés, un Pentecostés doméstico, una nueva efusión del Espíritu, el Paráclito, que Jesús nos envía como nuestro Abogado, nuestro Consolador, quien verdaderamente nos da valentía. Cuánta necesidad tiene el mundo de este aliento que es don y promesa de Dios”. El Papa pidió a los asistentes, y sobre todo a las familias, como uno de los frutos de esta celebración de la vida familiar, regresar a sus hogares y convertirse en fuente de ánimo para los demás, para compartir con ellos “las palabras de vida eterna” de Jesús. “Vuestras familias son un lugar privilegiado y un importante medio para difundir esas palabras como ‘buena noticia’ para todos, especialmente para aquellos que desean dejar el desierto y la ‘casa de esclavitud’ para ir hacia la tierra prometida de la esperanza y de la libertad”.

Ya para despedirse de las familias, el Pontífice les pidió que renovaran su fidelidad al Señor y a la vocación a la que nos ha llamado. Haciendo nuestra la oración de san Patricio, pidió que repitiéramos con alegría: “Cristo en mí, Cristo detrás de mí, Cristo junto a mí, Cristo debajo de mí, Cristo sobre mí”. “Con la alegría y la fuerza conferida por el Espíritu Santo, digámosle con confianza: ‘Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna’”.

El Papa tuvo palabras de agradecimiento también para los organizadores del evento: “Al concluir esta Celebración eucarística y este maravilloso Encuentro Mundial de las Familias, regalo de Dios para nosotros y para toda la Iglesia, deseo dar las gracias cordialmente a todos los que han colaborado en su realización de diversas maneras. Doy las gracias al arzobispo Martin y a la arquidiócesis de Dublín por el trabajo de preparación y organización. Agradezco especialmente el apoyo y la ayuda ofrecida por el Gobierno, las autoridades civiles y tantos voluntarios, de Irlanda y de otros países que han entregado su tiempo y trabajo con generosidad. De modo especial, deseo dar las gracias de forma muy sentida a todas las personas que han rezado por este encuentro: ancianos, niños, religiosos y religiosas, enfermos, encarcelados… Estoy seguro de que el éxito de esta jornada se debe a sus oraciones sencillas y perseverantes. ¡Gracias a todos! ¡Que el Señor se los pague!”

Quisiera terminar mencionando que en el momento del perdón, el Papa pidió perdón por las familias afectadas por la misma Iglesia católica y por el silencio cómplice de sus autoridades (lo dijo en español). Para mí ha sido una semana de esperanza y alegría para las familias, pues ellas, como predicó el lema de este encuentro, son Evangelio (Buena noticia) para el mundo.

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2 respuestas a «Sacerdote docente de la UCSS presente en el Encuentro Mundial de las Familias en Irlanda»

  1. Gracias por su compañía en este WMOF 2018, apoyo invaluable para todos nosotros, las Familias Berit. Le queremos y extrañamos mucho, padre, cuídese. ¡Nos vemos pronto!

  2. Qué hermosa noticia Padre, nos vemos en misa los martes ,pero no sabemos nada más del otro. Es bueno conocerlo más ,así puedo hacerle algunas consultas sobre las familias consagradas ya que mi familia esta empezando a caminar a este hermoso proyecto de la consagración al ISMP.
    Un Abrazo y muchas bendiciones,

    Vilma.

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