NOPOKI, una experiencia del ESPÍRITU

Laura Vargas Valcárcel, secretaria ejecutiva adjunta en la Comisión Episcopal de Acción Social, visitó el programa NOPOKI de la UCSS y relata la experiencia de su encuentro en un artículo originalmente publicado por la Red Eclesial Pan Amazónica, REPAM, y reproducido por el diario La República.

Por LAURA VARGAS, REPAM / Diario LA REPÚBLICA

En la provincia de Atalaya dónde nace el río Ucayali -de la confluencia del río Tambo con el río Urubamba-, desde hace 11 años los jóvenes de diversos pueblos originarios viven una hermosa y desafiante experiencia, prepararse como profesores bilingües para servir de la mejor manera a sus comunidades.

Monseñor Gerardo Zerdin OFM, obispo Vicario Apostólico de San Ramón, misionero con más de 40 años de servicio entre las comunidades originarias del Vicariato, soñó e hizo realidad una universidad realmente indígena, que formara profesores bilingües desde la vivencia reflexionada de la interculturalidad. Contó con el apoyo de la Universidad Católica Sedes Sapientiae de la Diócesis de Carabayllo, que creyó que este sueño podía hacerse realidad.

La Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS) creó en el año 2007 la carrera de Educación Básica Bilingüe Intercultural (EBBI) y con 57 jóvenes de las comunidades del Vicariato inició esta apuesta por una educación intercultural de calidad NOPOKI. La palabra es un “vocablo asháninka que significa “he venido”, “he llegado”, “estoy aquí”.

Once años después, son 707 jóvenes, hombres y mujeres delegados por sus propias comunidades, de 12 pueblos originarios, que se preparan para aportar a la formación de niños y jóvenes. Además, por la buena formación que reciben en NOPOKI son muy reconocidos como profesores en las Unidades de Gestión Educativa Local (UGELs) del Ministerio de Educación.

Esto es tan bonito y tan desafiante, en un país donde hay tantos desencuentros, y aquí estos jóvenes, hombres y mujeres, acompañados por sus profesores y misioneros, estudian en siete lenguas y se preparan para ayudar a otros niños y jóvenes de sus propias comunidades con la sabiduría de sus pueblos y la luz que les viene de las ciencias pedagógicas y de los valores del Evangelio. NOPOKI es el espacio para mostrar que las diferencias no deben de ser trabas para construir un proyecto unitario, sino una riqueza que construye la unidad desde la diversidad.

Tuve la alegría de visitarlos en mayo pasado como parte del proyecto Mapeo de la REPAM. Quedé encantada. Es un proyecto precioso que nos desafía a todos y todas los que creemos en la necesidad de cuidar y defender nuestra Amazonia, sus pueblos y culturas, y aprender de la sabiduría de los hombres y mujeres amazónicos, de su sabia
relación con el bosque, con los ríos, con su exuberante y preciosa flora y fauna.

Conversé con Monseñor Zerdin y pude apreciar su visión y perspectivas, las tiene a flor de piel, y pensé: un obispo que realmente conoce y ama a los pueblos que sirve, con la convicción y la luz del Evangelio, además, es un hijo de Francisco de Asís que camina en las huellas del pobre de Asís y en las huellas de nuestro Papa Francisco. Creo que NOPOKI es una propuesta educativa que está en crecimiento, que debemos apoyar, y nos está ayudando a reconstruir la relación con nuestros pueblos originarios.

Dialogué también con el director, los profesores y, en especial, los profesores de los diversos pueblos originarios (los profesores pertenecen a siete pueblos originarios: Ashaninka, Asheninka, Yine, Yanesha, Nomatsigenka, Matsigenka, Shipibo). Uno de ellos, Delio Siticonatzi (ashaninka), me decía que “NOPOKI es una obra de Dios”, y eso se siente. También dialogué con los misioneros que sirven en NOPOKI, y con los alumnos de los diversos pueblos que estudian en este espacio de encuentro, formación y gratuidad para seguir aportando a un país y a una Iglesia con rostro amazónico (los alumnos pertenecen, además de los pueblos ya mencionados, a los Shuar, Kapanahua, Nahua, Hunikuin, Awajum; en total, doce).

En palabras de Monseñor Zerdin: “No se puede emprender un proyecto como NOPOKI sin pensar que los seres humanos tenemos las mismas grandezas y potencialidades. Lo que hay es gente con menos oportunidades, pero no menos capacidades. Darles las herramientas para que sean protagonistas de su destino es solo un acto de justicia”

Yo pensaba: esto es tan bonito y tan desafiante, en un país donde hay tantos desencuentros, y aquí estos jóvenes, hombres y mujeres, acompañados por sus profesores y misioneros, estudian en siete lenguas y se preparan para ayudar a otros niños y jóvenes de sus propias comunidades con la sabiduría de sus pueblos y la luz que les viene de las ciencias pedagógicas y de los valores del Evangelio. NOPOKI es el espacio para mostrar que las diferencias no deben de ser trabas para construir un proyecto unitario, sino una riqueza que construye la unidad desde la diversidad.

En palabras de Monseñor Zerdin: “No se puede emprender un proyecto como NOPOKI sin pensar que los seres humanos tenemos las mismas grandezas y potencialidades. Lo que hay es gente con menos oportunidades, pero no menos capacidades. Darles las herramientas para que sean protagonistas de su destino es solo un acto de justicia”. Y eso se hace en el Vicariato.

Los y las cristianas tenemos que ser personas apasionadas por lo humano y comprometidas con su dignidad y derechos, somos discípulos de un Dios que se ha despojado de su ser divino y ha asumido nuestra humanidad (Fil 1,7), que tanto nos ha amado que ha puesto su tienda entre nosotros (Jn 1,14) y que nos pide encontrarlo en el más pequeño de sus hermanos (Mt 25, 40). Los misioneros de la Amazonia son herederos de un camino abierto desde hace muchos siglos. Hace 5 siglos, un gran misionero de la primera evangelización, Bartolomé de las Casas, fue capaz de descubrir en los habitantes originarios de este continente a los “Cristos azotados de las Indias”, el amor de Dios siempre es un amor que se parcializa por el débil, el frágil e insignificante “del más chiquito y del más olvidado tiene Dios la memoria muy reciente y muy viva” (Gustavo Gutiérrez, 1992).

Hace un mes participé en la Conferencia Internacional del Vaticano para celebrar los 3 años de Laudato si, otro momento de gracia, donde los indígenas tuvieron el primer lugar, allí una líder indígena de Colombia nos decía: “Ahora nos llevamos bien con la Iglesia católica, porque el “abuelo blanco” habla como nuestros “abuelos indígenas”, habla con el corazón”.

Estamos viviendo, pese a todos los nubarrones de oscuridad, un tiempo cualitativamente bueno, un kairos; los jóvenes indígenas no pueden seguir siendo “furgón de cola” de un modelo decadente que solo ha traído dolor y depredación en sus comunidades, tienen que prepararse para aportar al necesario cambio de paradigma. La visita del Papa Francisco ha sido una inyección de Evangelio que nos ha pedido quitarnos las sandalias, pues cuando nos encontramos con los hermanos y hermanas de los pueblos originarios pisamos tierra sagrada. El Santo Padre ha pedido a los jóvenes indígenas “que no se conformen con lo que está pasando. No renuncien al legado de sus abuelos, no renuncien a su vida y a sus sueños. Me gustaría estimularlos a que estudien, se preparen y aprovechen la oportunidad que tienen para formarse, …” (Francisco a los jóvenes del hogar El Principito, Pto. Maldonado 19 de enero 2012). Este llamado se hace realidad en NOPOKI.

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